"El Barça ya vivió en la excelencia"
El Camp Nou cumple hoy 52 años coincidiendo con la Mercè, un aniversario que sirve para rendir tributo a Ladislao Kubala (Budapest, 1927-Barcelona, 2002) y, al mismo tiempo, a la generación que marcó un antes y un después en la historia del Barça. Ayer, Laszlo Kubala y Zoltan Czibor -el mismo nombre que su padre: (Komarom, 1929-Budapest, 1997)-, hijos de los dos emblemáticos futbolistas a los que hoy se homenajeará en el estadio, se reencontraron y recordaron viejos tiempos.
Laszlo Kubala. El otro día, viendo jugar a Messi, me acordé de tu padre. La gente no lo dice, pero Messi juega como tu padre. Esa salida que tenía Czibor, la tiene Messi.
Zoltan Czibor. Pero mi padre era diestro y jugaba de extremo izquierdo. A pie cambiado.
Kubala: "La gente no lo dice, pero Messi juega como tu padre; Czibor tenía su salida"
Czibor: "Tu padre y el mío eran más juerguistas; Kocsis no era muy espabilado"
K. Paraba y arrancaba. Recuerdo que mi padre le decía a Zoltan: 'El defensa nunca sabía que ibas a hacer con la pelota, porque no lo sabías ni tú'.
EL PAÍS. ¿Quién de los dos llegó antes a Barcelona?
K. Cuando mi madre se escapó de Eslovaquia estaba embarazada de mí. Cruzó el Danubio un poco más arriba de Bratislava, a nado. En una rueda de camión iba mi hermano Branco, puesto encima.
C. Mi padre salió en el 56. Cuando la invasión de los tanques. Fichó por la Roma, pero le sancionaron un año sin jugar.
K. ¡A Kubala le sancionó la FIFA a perpetuidad! Le quería fichar la Juve, el Milan... pero no tenía permiso para jugar. Además, mi madre estaba exiliada en Austria y mi padre se acercaba a la frontera; se veían todos los días. Jugaba al fútbol con los aduaneros y un día le avisó a mi madre: 'Cuando veas que me toco la cabeza, cruza la frontera'. Así lo hicieron. No la podían echar de Italia. El problema era que no tenía papeles y la encerraron en un campo de concentración. Ahí nací yo. Mi padre juró que no volvería nunca. Por eso tú sabes húngaro. A nosotros nunca nos lo enseñaron. Le quitaron su país y nunca quiso volver.
C. Pero en Italia jugó, ¿no?
K. Exhibiciones para recoger fondos. Financió un equipo, el Pro Patria, un señor que tenía una fábrica en Varese, que ayudó a cientos de emigrantes. Se juntaron cuatro jugadores, un abogado, un médico... todos húngaros. Una bellísima persona; financió un equipo que vino a Barcelona a jugar dos amistosos. Pepe Samitier vio el primero y dijo: 'Quiero hablar con ese rubio'. Se reunió en París con mi madre, que era la que mandaba, y le ofreció un acuerdo: si solucionaban lo de la ficha, jugaría en el Barça y si no cobraría la mensualidad. Vivíamos en la calle Loreto y para que mi padre no perdiera la forma, le apuntaron a un equipo de Sarrià y le organizaban amistosos. Para no levantar sospechas sobre quién era, Samitier le dijo: 'Tú eres mudo y te llamas Olegario'.
C. ¡Olegari, es verdad, a veces le llamaban Olegari! ¡Ahora sé por qué! Pero llegó a jugar en Italia con el Torino, ¿no? ¿No tenía que ir en el avión que se estrelló?
K. Sí, pero justo aquel día llegaba mi madre a Turín. Por eso no fue a Lisboa y se libró del accidente de Superga. Además de tu padre y el mío, también de Hungría llegó Kocsis, que era más serio.
C. Sí, tu padre y el mío eran más juerguistas.
K. Por eso se juntaban con Biosca... Kocsis no era un tipo muy espabilado, pero salía a jugar... Tu padre le decía siempre a Sandor: 'Eres despistado, tontorrón, pero Dios te ilumina en el campo y estás donde tienes que estar, siempre'. Era verdad, tenía un don. Tampoco se esforzaba, mucho, no corría, ¿verdad?
C. Qué va, pero era muy bueno. Fue el mejor del 54.
K. Aquel equipo hizo cosas que nunca antes se habían visto.
C. Jugaba muy bien. Era un fútbol moderno. También el de Helenio Herrera; aquel equipo arrasaba. Pero claro, el de las Cinco Copas cambió la historia. Pero se cometieron errores puntuales que se pagaron: no jugar la Copa de Europa, echar a Luisito Suárez...
K. ¡No fichar a Iribar! Pero lo de Luisito fue grave. Mi padre siempre señaló a Suárez como su sucesor. Pero en vez de hacerle caso, lo vendieron. Fue un error histórico como lo de Di Stéfano.
C. Aquello también tuvo un rollo político. No dejaban sacar las divisas para pagar a River.
K. Recuerdo que mi padre le dijo al presidente: 'Hagan lo que quieran, pero Alfredo tiene que jugar al fútbol'.
C. ¿Y lo de Iribar? Mira que tu padre lo dijo: 'Fichadlo'.
K. Jugaba en el Barakaldo y le metieron 11 en un partido de Copa. Imagínate cómo debió jugar. Pero pidieron un millón de pesetas y el club se asustó. Pero bueno, hubo momentos inolvidables para mucha gente. Si hoy tenemos la excelencia es porque en su día también la tuvimos. Seguramente porque existió aquello, hoy existe el Barça como lo conocemos. Es que era un equipo que rompió moldes. Mira, en el 56, cuando ganaron la Copa Latina, llegaron de París y pararon en Granollers, a comer en la Fonda Europa. La gente se enteró y desde allí hasta la Mercè, un camino que se hacía en dos horas, tardaron seis en recorrerlo. Millones de personas salieron a la calle, en una fiesta improvisada.
C. Por culpa de aquel equipo construyeron el camp gran.
K. ¡Es verdad, le llamaban camp gran! Recuerdo, de la mano de mamá y papá, a Samitier y Miró Sans enseñándoles unos terrenos. 'En estos campos vamos a hacer el campo grande', les dijo Miró, y Samitier le preguntó: '¿Y si no dan los permisos?' 'Plantamos centeno', le contestó.
C. Tú llegaste a jugar...
K. En el Terrasa, en el Zúrich..., nada importante. La que juega bien es mi nieta Elsa.
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