El Madrid sabe a poco
El equipo de Pellegrini, con un golazo de Cristiano, gana al Villarreal, pero deja dudas sobre su consistencia
Tras la exhibición del Barcelona en el Sardinero, el Madrid supo a poco en El Madrigal. Convincente en la primera parte, cuando Guti y Cristiano Ronaldo impusieron su talento, el equipo de Pellegrini se deshilachó tras el descanso. Perdió la posición, el control y su poder de intimidación de los primeros minutos. Dejó algunas lagunas en su defensa. Y, pese a jugar con uno más desde el minuto 34 por la expulsión de Gonzalo Rodríguez, sólo remató el encuentro por una mano de Ángel que el árbitro entendió como penalti. El viaje del Villarreal fue el contrario. Empezó tembloroso, sin el balón ni el alma en el encuentro, y acabó tirando de ilusión y esperanza para recuperar el buen juego. Todavía está muy lejos.
VILLARREAL 0 REAL MADRID 2
Villarreal: Diego López; Ángel, Gonzalo, Godín, Capdevila; Cani (Marcano, m. 76), Eguren, Bruno, Cazorla (Pereira, m. 76); Rossi (Pirès, m. 65) y Nilmar. No utilizados: Oliva; Venta, Senna y Llorente.
Real Madrid: Casillas; Lass, Sergio Ramos, Albiol, Marcelo; Granero, Gago, Guti (Diarra, m. 80), Kaká (Van der Vaart, m. 75); Cristiano Ronaldo e Higuaín (Raúl, m. 65). No utilizados: Dudek, Drenthe y Benzema.
Goles: 0-1. M. 2. Cristiano Ronaldo, de disparo raso y ajustado al palo izquierdo. O-2. M. 72. Kaká, de penalti tras mano de Ángel en un centro de Marcelo.
Árbitro: Mejuto González. Expulsó a Gonzalo (m. 34) por doble amonestación. Amonestó a Guti, Gago, Bruno, Ángel y Lass.
Unos 24.000 espectadores en El Madrigal.
Gonzalo se empeñó en ser expulsado y el equipo local jugó con diez una hora
Guti abasteció bien a Ronaldo, pero se olvidó de jugar y acabó en plan victimista
De entrada, nadie pudo con Cristiano Ronaldo. Apenas iniciado el encuentro, de un toque de espuela dejó tirado a Ángel, su marcador, en la parte izquierda del centro del campo. Desde allí inició una carrera frenética y orientada hacia el marco de Diego López. Los defensas, asustados, apenas lograron acercársele a pesar de que llegaba al punto de destino: la frontal del área. El disparo fue raso, colocado al palo izquierdo, sin demasiada potencia. Los defensas se quedaron mirando prolongadamente al portero. Era una mirada recriminatoria. Lo mismo podía pensar Diego López de ellos. Todos se habían quedado contemplando la irrupción del mito. Era el primer minuto de juego.
Cristiano Ronaldo avisó muy pronto de lo que pretendía. Gobernar el partido con mano de hierro. Sin titubeos, inclinó el juego del Madrid hacia el costado izquierdo. Allí no había debate: era claramente superior a Ángel, que no podía con él ni por lo civil ni por lo criminal. Así lo entendió Guti, dispuesto a abastecerlo toda la noche. Preocupado por tapar a Kaká, Eguren se olvidó de Guti, que jugó a placer. Con todo lo que eso supone. Ordenó el tráfico con sabiduría. Más vigilado, Kaká brilló menos, mientras que Granero y Gago se limitaron a recitar papeles secundarios. Con cuatro centrocampistas, el Madrid se sintió muy cómodo.
Apenas sufrió en defensa en el primer tiempo. Lass sirve igual para un roto que para un descosido. En este caso para ocupar y dominar el lateral derecho por la lesión en el calentamiento de Garay. Y detener al jugador de más talento del conjunto rival, Cazorla. Pellegrini cambió la idea original para Sergio Ramos, que pasó a jugar de central en lugar de lateral. Se desenvolvió sin problemas. Nilmar, un robinsoe en el ataque amarillo, no le inquietó. El Villarreal no se pareció en nada al de anteriores temporadas, cuando Manuel Pellegrini, su rival de anoche, se sentaba en su banquillo. El balón, tan cuidado en estos cinco años anteriores, frente a todo tipo de rivales, ayer más bien lo escupió. Sin ningún tipo de control, le remataron sus centrales, que perdieron el norte. Gonzalo, especialmente, empeñado en ser expulsado por una razón o por otra. Lo logró finalmente en el minuto 34, tras una chilena que impactó en el pecho de Kaká, firmando la presumible defunción de su equipo, que ya era inferior en igualdad de condiciones.
En un ataque de orgullo, el italiano Rossi animó al Villarreal tras la reanudación. Arrancó desde el extremo derecho, donde descubrió las flaquezas defensivas de Marcelo. Nilmar consiguió un par de regates y El Madrigal, de pronto, pensó que era posible la revolución. Cristiano miró al banquillo, tratando de encontrar una explicación. No la había. Abotargado, el Madrid perdió el centro del campo y, lo que es peor, dio síntomas de vulnerabilidad. Guti se olvidó de jugar y prefirió sentirse víctima de una conspiración universal. Le salió la vena victimista. Impulsado por la rebeldía de Rossi, Cani y Cazorla, el partido había dado un vuelco. Ahora sí, el Villarreal fue agresivo con el balón en los pies.
Apagado Higuaín, Pellegrini buscó en el banquillo el carácter de Raúl. Ya que al equipo no le quedaba fútbol, al menos que tuviera agallas. Las tuvo Marcelo cuando alcanzó la línea de fondo y su centro lo desvió con la mano Ángel. El penalti lo transformó Kaká, a quien poco después Pellegrini dio descanso, entendiendo que la función había concluido. Con un resultado limpio, pero una imagen un tanto borrosa.
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