Polacos
A la parrilla de TV-3 regresó el jueves Polònia, un premiado espacio de sátira política. Fue su regreso oficial, porque el pasado 10 de setiembre, en vísperas de la Diada de Cataluña, a alguien de la emisora no se le ocurrió otra cosa que, tras emitir el mensaje institucional del presidente de la Generalitat, con la pompa habitual de estos sermones, enlazarlo con una parodia del doble en Polònia de Montilla y, en un escenario idéntico, soltar otro discurso con los trazos habituales que adornan a este personaje en Polònia: sosez, dificultades con el catalán... El hecho de que este gag se emitiera sin ningún tipo de separación formal con el mensaje oficial lo elevó, de forma imprudente y maleducada, a subrayado editorial. Un editorial de los que no gustan.
Salir en Polònia, aunque se salga malparado, quiere decir que uno existe. Por eso hay cambios de reparto significativos. El más destacado es la migración del personaje de Joan Laporta de Crakòvia (un espacio del mismo equipo y con igual guasa, pero dedicado al mundo del deporte) a Polònia. Desde el jueves está claro que las incursiones políticas de Laporta apuntan a una entrada más solemne al recinto de la res publica. Lo ha dicho Polònia. Claro que desde la presidencia del Barça, Laporta no ha estado nunca del todo lejos de la política.
Entre los gags reseñables de la noche del estreno: Montilla achuchando al Constitucional para que emitan la sentencia del Estatuto. No lo hacen simplemente porque lo han perdido y Montilla llama a Saura para ver si él se acuerda del articulado. Nadie parece saber ya dónde demonios hay un ejemplar. Ya se encontrarán.