Europa ante el G-20
El proteccionismo y los 'bonus' bancarios centran la preocupación de la UE en Pittsburgh
Europa ha preparado bien la reunión del G-20. Los puntos sobre los que ha girado la agenda de los máximos mandatarios de la UE con el fin de preparar el encuentro de Pittsburgh son relevantes: alejamiento de las amenazas proteccionistas en el comercio global, cambio climático y remuneraciones variables en los bancos. Aunque se ha difundido mucho el caso de los bonus bancarios, es el primer punto el más importante para consolidar los indicios de recuperación económica global.
Una de las señales más inquietantes que aparecieron en el inicio de esta crisis, hace dos años, fue el desplome en el volumen de comercio internacional y las amenazas de no pocos Gobiernos de economías avanzadas de interponer obstáculos al libre comercio. Incluso el programa electoral de Barack Obama incorporaba limitaciones al libre movimiento de las importaciones o a las operaciones de multinacionales americanas. Esta misma semana hemos asistido a un nuevo encontronazo con las autoridades chinas en relación a la imposición de aranceles adicionales a las importaciones de neumáticos.
Flaco favor al bienestar de los ciudadanos de todo el mundo se haría si los grandes países no evitaran la tentación proteccionista. Y la mejor forma de evitarlo sería que la reunión de Pittsburgh diera un espaldarazo a la conclusión de la ronda de Doha de negociaciones comerciales.
El otro asunto en el que Europa quiere con razón dejar su impronta es el freno a los abusos de los directivos bancarios en la asignación de remuneraciones variables. Esta crisis ha emergido en el sistema bancario. Las enormes pérdidas de bienestar que está sufriendo todo el mundo no han sido originadas por los trabajadores ni por los empresarios de otros sectores. Es razonable que desde la canciller alemana, Angela Merkel, hasta el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se impulsen iniciativas para regular la excesiva discrecionalidad de sus directivos. El escrutinio, la rendición amplia y transparente de cuentas, ha de hacerse no sólo ante los accionistas de los bancos, sino también ante los representantes de los contribuyentes que los han salvado.
No es menos importante advertir del deterioro medioambiental y de la necesidad de asumir los costes del cambio climático que daña las condiciones de vida de todo el mundo. Los tres ámbitos que la UE ha priorizado representan, efectivamente, inquietudes ciudadanas legítimas.
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