Sobrada revancha
Muniain y Llorente, por partida doble, sentencian al último verdugo del Athletic
Hay ocasiones en las que el fútbol parece un homenaje al capricho y San Mamés acogió ayer una clara muestra. Quiso la casualidad cruzar en el primer partido de la nueva Liga Europa al Athletic con el Austria de Viena, su último verdugo en la antigua Copa de la UEFA. Fernando Llorente fue uno de los jugadores que sufrió en primera persona, hace ya más de cuatro años, aquella amarga eliminación. El destino se tomó anoche cumplida revancha al poner en las botas del todavía joven delantero navarro los dos goles que despejaron el camino del triunfo a los rojiblancos. Los tres primeros puntos de la liguilla, casi obligados, ya están en el zurrón.
Enfervorizado por su ansiado retorno al calor de las grandes noches europeas, el Athletic no sólo mantuvo ante el conjunto vienés la racha de resultados que le mantiene como colíder en la Liga, sino que mejoró incluso su imagen sobre el césped. Bien es cierto que el curso de los acontecimientos le puso el objetivo de cara. Siete minutos de partido bastaron para que una internada diestra de Susaeta provocara el penalti que transformó Llorente para encarrilar la victoria. En el juego dominaban los locales y el marcador hacía justicia.
ATHLETIC 3 - AUSTRIA DE VIENA 0
Athletic: Iraizoz; Castillo, Amorebieta, Ocio, Iraola (Zubiaurre, m. 76); Yeste, Muniain, Gurpegi (San José, m. 83), Susaeta; Etxeberria y Llorente (López, m. 59). No utilizados: Armando; Toquero, Etxeita y Gabilondo.
Austria de Viena: Sáfár; Suttner, Ortlechner, Bak, Standfest; Sulimani (Liendl, m. 31), Vorisek (Madl, m. 78), Dragovic, Klein; Diabang (Schumacher, m. 60) y Jun. No utilizados: Almer; Wallner, Topic y Krammer.
Goles: 1-0. M. 7. Llorente de penalti. 2-0. M. 22. Llorente. 3-0. M. 56. Muniain.
Árbitro: Kevin Blom (Holanda). Expulsó a Suttner y amonestó a Susaeta.
Unos 35.000 espectadores en San Mamés.
Había advertido Joaquín Caparrós que su equipo debía tomarse la presencia en la Liga Europa como "una fiesta" y lo cierto es que la ausencia de presión funcionó. Y, de nuevo, con los mismos protagonistas. Llorente voleó un medido centro de Susaeta y sentenció mediada la primera parte, ante la desesperación de los austriacos. Poco importaron sus peligrosas pero contadas acometidas, porque ayer engranaba todo. Hasta el portero Iraizoz, que asumió su cuota de protagonismo. El broche de oro lo puso el joven Muniain en la segunda parte.
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