El color de Fernando Alonso
El acuerdo de patrocinio del Banco de Santander con Ferrari indica que los lazos multinacionales que unen a las grandes corporaciones dependen de condicionantes cromáticos imprescindibles. Son las reglas del marketing: primero deben coincidir los colores. El factor humano sería un asunto secundario si no fuese porque el tercer elemento de la asociación esconde un secreto que a nadie interesa guardar: Fernando Alonso, el mejor piloto del mundo.
Si el banquero Emilio Botín se comprometió a pagarle a Ferrari 200 millones de euros hasta el año 2015 se debe en primer lugar a la coincidencia en las tonalidades. El rojo escarlata del logo del Santander se fija en la misma región del inconsciente de los consumidores que el rojo de la escudería, cuyo origen se sitúa en el rosso corsa, o rojo de competición, con que los equipos italianos pintaban a sus coches futuristas.
Los obreros de la industriosa Emilia relacionaron el rojo de los bólidos con los colores políticos que la mitología comunista atribuyó a Módena, tierra de talleres automovilísticos.
Que un español se ponga al volante de las máquinas más célebres es señal de un cambio de época. Desde 1956, cuando Juan Manuel Fangio ganó el Mundial de Pilotos, la escudería italiana sólo ha conseguido éxitos con conductores nórdicos: Hawthorn, Hill, Surtees, Lauda, Scheckter, Schumacher y Raikkonen. Una ley no escrita asegura que el corazón latino de Ferrari se complementa mejor con cerebros calculadores.
Alonso no es nórdico, pero es de Oviedo. Hijo de un mecánico y de una dependienta de El Corte Inglés, el chico es un huérfano industrial. Fue el piloto más joven en conquistar dos mundiales y, sin embargo, desde hace dos años tiene dificultades para encontrar un equipo al nivel de su talento. Dicen que nadie puede trazar una curva con la precisión geométrica de su pulso.
También dicen que, puesto a diagnosticar problemas mecánicos, posee una sensibilidad inigualable. Su carácter es un caso de estudio. Salvo del Real Madrid, el hombre reniega de las instituciones: administraciones, federaciones, iglesias, etcétera. Se diría que es el primer piloto anarquista. De momento, el rojo es su aliado.
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