Cuidado con la inflación, que vienen los impuestos
El indicador estrella de la semana fue el IPC de agosto, y el tema de discusión principal, la anunciada subida de impuestos que incorporarán los Presupuestos Generales del Estado para 2010. Pero también se conoció el índice de producción industrial (IPI), un indicador de lo que se denomina economía real y de suma importancia para seguir la evolución de la crisis, pues, aunque el valor añadido del sector no supone más que el 17% del PIB, siempre ha sido el que ha marcado los tiempos del ciclo del conjunto de la economía.
Como se ve en los gráficos, la producción industrial, igual que otros indicadores de producción y demanda, registró las caídas más fuertes (entre el 25% y el 30% en tasas anualizadas) en los últimos meses de 2008 y primeros de 2009, y desde entonces se han ido moderando. Como es usual en la evolución de estos indicadores, esta recuperación se produce en forma de dientes de sierra. El dato de junio fue relativamente bueno, pero el de julio ha vuelto a ser malo. Lo importante es la tendencia, y en estos términos se mantiene la trayectoria de moderación en el ritmo de caída.
La debilidad del consumo y la inversión en equipo muestran el retraso en la recuperación
Un alza de la presión fiscal sin un acuerdo con CC AA y municipios no parece la mejor propuesta
Si comparamos la evolución de la producción industrial en España y en el resto de países de la zona euro, no encontramos diferencias significativas en los últimos meses. Ciertamente, el desplome en España se empezó a producir antes (lideramos la recesión industrial), lo que podría ser achacado al efecto de la caída de la construcción de viviendas, del consumo de los hogares y de la inversión productiva. Y todo ello se produjo antes y con más intensidad en España. Pero cuando se hundió el comercio internacional, los sectores industriales del resto de la zona euro se resintieron más que el español, así que las tasas de variación anual de los últimos meses no difieren significativamente de la media de la zona.
Aunque le tendencia de la producción industrial es de mejora, hay que ser cautelosos. Los indicadores que pueden considerarse adelantados, como las carteras de pedidos, no muestran una recuperación tan vigorosa como en el resto de países. De nuevo se puede atribuir a la falta de demanda de la construcción de viviendas y a la debilidad del consumo y la inversión en equipo, uno de los motivos que venimos aduciendo los analistas para concluir que en España la recuperación general de la economía puede venir con cierto retraso.
En cuanto al IPC, pocas sorpresas. La inflación anual pasó de -1,4% a -0,8%. Ello se debió enteramente a que la tasa anual de los productos energéticos se recuperó desde -15,9% en julio a -10,2% en agosto. En cambio, la inflación subyacente continuó su tendencia a la baja, situándose en un modesto 0,4%. En toda la serie histórica de este indicador, que empieza en 1976, no se había registrado una tasa tan baja. El aumento de los precios de los servicios se va moderando, destacando los del turismo y hostelería, y el de los bienes industriales no energéticos ahonda su tasa negativa. Todo ello refleja la debilidad de la demanda de consumo de los hogares y la caída de los precios de las importaciones. En los dos próximos meses aún veremos tasas de inflación negativas, aunque de menor entidad, y a partir de noviembre la tasa pasará a positiva, acabando el año en torno al 1%. Esta tendencia ligeramente al alza debería continuar en 2010, aunque habrá que esperar a conocer las subidas impositivas para hacer previsiones más precisas.
Efectivamente, si se suben, como parece, los impuestos indirectos, tendremos más inflación. Sorprende el cambio de opinión del Gobierno, que se negaba a subir estos impuestos para compensar una bajada de las cotizaciones sociales, aduciendo que ello era inflacionista y perjudicaría al consumo, lo cual apenas se habría producido, pues estas subidas se compensaban con reducciones de costes de producción y, con ello, menores precios antes de impuestos. Que habrá que subir la presión fiscal, ya lo anunciamos en esta columna hace tiempo. Ahora bien, que se haga ya con la intensidad anunciada (1,5 puntos porcentuales del PIB), sin haber diseñado antes un plan concertado con las comunidades autónomas y municipios para reducir el gasto público inútil, parece que no es la mejor propuesta. Esperemos que en los próximos meses se vaya perfilando mejor cómo hacer frente a un problema, el del déficit público estructural, que requiere la concertación de todos.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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