_
_
_
_
Crónica:Abierto de Estados Unidos
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal nunca dimite

El español bate con facilidad a González y afirma que, mentalmente, está "perfecto"

Fernando González hace rechinar la suela de sus zapatillas contra el cemento mientras mira al juez de silla. Chispea. Amenaza tormenta en Nueva York. Sopla el viento bajo el cielo plomizo y el chileno parece empezar a buscar argumentos, el primero lo resbaladizo de la pista, para que su partido de cuartos contra Rafael Nadal se vuelva a suspender. Así se pelea bajo la inclemencia del huracán Fred: los dos tenistas han entrado con 7-6 y 6-6 (3-2) para el español, el resultado con el que la lluvia lo suspendió el jueves. Los dos han visto cómo se doblaba la seguridad desde que un fan se abrazó a Nadal. Y los dos han asumido que todo se decidirá en los primeros puntos, que todo dependerá de su mente, de cómo gestionaron un día y medio de tensión extrema, miradas al cielo, maldiciones y esperas sin saber cuándo jugarían. Eso es un suplicio para González, que hace gritar a sus zapatillas. Eso es un regalo para Nadal, que destruye rivales con el cerebro: gana los cuatro primeros puntos, que le dan el segundo set, y se cita con un 7-6, 7-6 y 6-0 en las semifinales, hoy, con el argentino Juan Martín del Potro.

Más información
200 millones para un estadio sin techo
Una asimetría peligrosa
Pendientes de la televisión

Antes de llegar a Nueva York, a Delpo le preguntaron cuáles son los rivales más peligrosos. "Nadie quiere jugar contra Federer ni contra Rafa", respondió. El tandilense, un tallo de 1,98 metros, se pasea por la Gran Manzana y cena en un restaurante italiano, ahí en plena Calle 49, con jamón serrano y queso manchego en la carta. Suya es la raqueta que separa a Nadal de la única final grande que no ha jugado nunca. No es una raqueta cualquiera. Tampoco está en situación normal quien la afronta: Nadal, que declinó el viernes por la noche la oferta de acudir a un musical, de tan concentrado que estaba, jugó ayer con una faja hecha de vendas, la protección que recorría en horizontal sus abdominales.

Éste es el resultado: Nadal jugó contra González con un altísimo 75% de primeros servicios, pero a una velocidad moderada. Así combate sus dolores: poniendo el punto en juego sin gran velocidad, pero con maliciosa intención -usa ángulos, efectos y botes altos, todo el repertorio-; citándose con su exigente credo en la construcción del juego - "intento estar listo para meter una bola más que el resto"-, y rezando para que su castigada musculatura, "el pequeño problema" del que no quiere hablar, mejore para hoy.

"Hay que rezar para que pueda sacar con más garantías de lo que lo hice el otro día", argumenta. "Sacando flojo, este tipo de partidos son complicados de encarar porque tienes que aguantar muchas veces tu servicio. Me encuentro un poco mejor", continúa.

¿Y su partido con González? ¿Cómo explica que el chileno cometiera 27 errores no forzados en 43 puntos disputados? "Es complicado jugar con todos estos parones", explica; "te terminan afectando a la cabeza. Es una lotería. Lo importante es aceptar cualquier cosa que te pase".

Nadal ganó con la mente. Para Del Potro, favorito por el momento de juego, el descanso y los dolores del español, es un aviso. Hay para el argentino una realidad inquietante: Nadal nunca dimite. Es el mejor en la explotación de los intangibles. Y busca el único título grande que le falta: "El año pasado estaba totalmente destruido mentalmente. Ahora estoy perfecto. Voy a luchar toda mi vida por ganar esta competición".

Rafael Nadal festeja su triunfo.
Rafael Nadal festeja su triunfo.REUTERS
Vídeo: CANAL +

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_