"Mi rodilla está mejor que nunca"
Diarra vuelve a una convocatoria oficial tras ocho meses de baja
La expedición del Madrid marchó feliz a Barcelona, ayer por la tarde, para jugar su primer partido oficial de la temporada fuera del Bernabéu. El clima en el vestuario está animado por la juventud de los recién llegados, gente que sueña con conquistar la Champions y que se siente en condiciones de afrontar el desafío sin sentir la responsabilidad que presiona a los favoritos. El partido contra el Espanyol es la antesala del debut europeo, en Zúrich, el próximo martes, y la gente está emocionada. Mahamadou Diarra, el medio centro de Malí, nunca vio tan entusiasmados a sus compañeros desde que llegó al club en el verano de 2006. Ayer contribuyó al tono festivo del viaje con su habitual vehemencia. El hombre se siente un afortunado. En diciembre del año pasado, jugando con su selección, se deshizo la rodilla derecha. Le dijeron que, si volvía a jugar, no lo haría antes de nueve meses. Todavía no ha transcurrido el plazo y ayer fue incluido por Pellegrini en la convocatoria para enfrentarse al Espanyol, junto a Van Nistelrooy, que también hace su primera concentración después de casi un año de baja.
La ausencia de Gago, que llegó fundido de su periplo con Argentina, da posibilidades a Diarra de jugar algunos minutos. Para el jugador es un acontecimiento. Los médicos aseguran que Diarra sufrió tres lesiones en una. Por un lado, la rotura de los tendones femoral interno y externo, por otro, una rotura compleja en el menisco externo, y finalmente unas deformaciones en el platillo tibial. "Fue el peor momento de mi vida profesional", dijo este verano el medio centro; "mi rodilla se rompió en un 80%. Espero no tener que revivir ocho meses como éstos. Después de cinco meses de sufrimiento pensé en dejarlo. A los siete meses comprobé que el trabajo rendía frutos".
Correr con dolores
En el club aseguran que Diarra, de 28 años, aceleró la recuperación corriendo a pesar de los dolores. Durante la pretemporada estaba desesperado por volver a entrenarse con sus compañeros. Su resistencia al dolor, precisamente, le empujó a sufrir la lesión. El malí asegura que, durante la temporada pasada, el ex entrenador, Bernd Schuster, le infiltró varias veces para que jugara a pesar de sufrir punzadas en la rodilla. Las molestias eran un aviso de lo que vendría. Hoy, el jugador dice sentirse perfecto. La operación a la que fue sometido permitió a los médicos hacerle una limpieza. Ahora percibe los efectos: "Mi rodilla está más fuerte que nunca".
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