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Reportaje:Abierto de Estados Unidos

Cuatro adversarios, un único objetivo

Nadal sólo certificará su recuperación venciendo a uno de los mejores, según Santana

Cuando el jueves por la tarde Rafael Nadal se lanza hacia la frenética actividad de la Quinta Avenida de Nueva York, dispuesto a hacer unas compras y a enfrentarse a un torrente interminable de taxis amarillos con el mismo cartel en la azotea ("Sólo una cosa puede hacer que los neoyorquinos miren hacia los dos lados: el Abierto de tenis de Estados Unidos"), ya sabe que su objetivo, ganar el título, conquistar el único torneo del Grand Slam que le falta en su colección, requiere de algo que no está exclusivamente en sus manos.

A sus pensamientos, conclusiones que van más allá de su subsistencia en el torneo norteamericano, les pone volumen y palabras Manuel Santana, el patriarca del tenis español, con el que comparte hotel, ese hombre que con cariño se ha ocupado alguna vez de que miembros del equipo del número tres del mundo lleguen a tiempo en su coche hasta las pistas del Corona Park.

"Imponerse a uno de los fuertes le daría la confianza que ahora no tiene"

"Personalmente", dice Santana con su camisa rosa y su pelo plateado, más delgado que en muchos años, "creo que Rafa necesita ganar a uno de los tenistas realmente fuertes para coger la confianza que, desde mi punto de vista, todavía no tiene".

"Tengo la impresión de que necesita eso", insiste el campeón de cuatro grandes, entre ellos el propio Abierto de Estados Unidos, que logró en 1965, cuando se jugaba sobre hierba.

"Y mire", prosigue Santana, "el partido contra el francés Jo-Wilfried Tsonga, si llegara en los octavos de final, sería fundamental en ese sentido". ¿Por qué? "Porque Rafa al resto les gana. Es muy superior. Son los otros cinco o seis mejores jugadores a los que tiene que empezar a ganar ahora. El cuadro que tiene en esta competición no es fácil, pero sí asequible para llegar lejos".

Cuando Santana habla, lo hace descontando una victoria: Nadal todavía no había empezado a jugar en la pasada madrugada española su partido de la segunda ronda contra el alemán Nicolas Kiefer. "Pero, en principio, va a ganar bien", decía el mito del tenis, todavía sin saber que al mallorquín, en su caso, le correspondería como adversario en la tercera eliminatoria Nicolás Almagro, que anoche venció al estadounidense Robert Ginepri por 6-7 (7), 6-2, 6-3, 4-6 y 6-4.

Una estadística respalda las palabras del ex jugador madrileño, que también comparte estos días conversaciones con Albert Costa, el seleccionador español de la Copa Davis.

Antes de que empezara a sentir dolores en sus rodillas, en el torneo de Miami, Nadal acumuló una sola derrota contra los otros cuatro mejores tenistas del mundo (frente al británico Andy Murray en la final de Rotterdam, cuando sufrió otro pinchazo en la rodilla).

Desde que empezó a sentir los dolores que derivaron en un parón competitivo de dos meses y medio por una tendinitis de inserción y un edema óseo en ambas rodillas, la tendencia se ha invertido: tres derrotas (ante el suizo Roger Federer, el argentino Juan Martín del Potro y el serbio Novak Djokovic). Eso sí, acompañadas de títulos en Montecarlo, Roma y Barcelona.

Nadal, dice Santana, no volverá a ser Nadal hasta que vuelva a los números que precedieron a que se dañara la armadura.

Hay otros puntos de vista, claro. "Parece que está un poco menos fuerte", reflexionaba antes de que arrancara el torneo Federer, el número uno, "pero una vez que empiece la competición, cuando esté lanzado...".

Cuando el torneo esté lanzado, si Nadal supera las primeras rondas, esa prueba tremenda que podría suponer Tsonga, venía a decir Federer, el español será de nuevo un peligro, un gran peligro. Como siempre.

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