Sidonie para incondicionales
El trío catalán ofrece un concierto privado a sus seguidores para presentar su nuevo disco, 'El incendio'
Un único requisito: tener en la mano un ejemplar original de El incendio, el nuevo álbum de los barceloneses Sidonie. Y algo de paciencia a la hora de guardar cola en plena calle, porque sólo había entrada para los cien primeros. Marc, Axel y Jesús, los padres de la flamante criatura discográfica, quisieron homenajear ayer a sus seguidores más tenaces ofreciendo en El Sol un concierto privado y único, con sus 12 nuevas composiciones interpretadas en el mismo orden que en el disco. "Porque la sucesión de los cortes no es casual. Por eso odiamos la función aleatoria del iPod", proclamaban los tres, casi a coro, en los míticos camerinos del garito de la calle Jardines.
Presume Marc Ros, cantante y compositor de la banda, de que El incendio "es un buen disco porque se puede interpretar borracho". Tampoco se lo tomen al pie de la letra: lo cuenta mientras acompaña un bocata de lomo con agua mineral. El mismo liviano combustible que apuran en la acera las poseedoras de las tres primeras entradas, Sara, Mar y Sandra. Aguardan sentadas en el crudo asfalto desde las seis de la tarde, tres horas antes de que les franqueen las puertas, pero con 19 y 18 años (Sandra y Mar son mellizas) no hay peligro de que se les resientan las articulaciones.
Se conocieron en las aulas de las Escuelas Pías, allá en Aluche, y el intercambio melómano de discos las hizo inseparables. Desde entonces están enganchadas a Sidonie y compraron sus ejemplares de El incendio el mismo día que se publicó. "Yo habría compartido el mío con mi hermana, claro", anota Mar, "pero ahora así tenemos uno para el coche y otro para casa...".
Todos los primeros de la fila son muy jovenzuelos, combaten la espera con buen humor ("pregunta, pregunta, que tenemos tiempo") y en algún caso sueñan con pisar el escenario de El Sol. Sandra, Mar y Sara integran un sexteto femenino, Brea, "en la onda de Ella Baila Sola"; y Alberto, que también acaba de alcanzar la mayoría de edad, se inspira en Sidonie para los temas que escribe en el grupo donde toca la guitarra. "Me encantaría decirte el nombre para promocionarlo, pero... ¡es que aún no tenemos!".
Entre tanta chavalería bisoña, Ana y Jorge son, a sus 24 años, poco menos que los yayos del grupo. Y como pareja bien avenida, exhiben un talante complementario: a ella le fascinan las crónicas amorosas de El incendio, un álbum casi conceptual, y él añora los tiempos de Shell kids, "cuando eran alternativos, cantaban en inglés y no pretendían gustar a todo el mundo". Por si fuera poco, refunfuña, la edición especial del disco no cabe en sus atiborradas estanterías de compactos.
Marc ya casi se ha ventilado su merienda-cena cuando reflexiona al respecto. "Shell kids era bueno, pero existía un problema de comunicación. Tanto El incendio como su antecesor, Costa Azul, los escucho con orgullo. Y nunca fuimos psicodélicos, ni siquiera a la manera de los Pink Floyd de Syd Barrett. Lo nuestro siempre ha sido la melodía pop". El batería, Axel Pi, apostilla: "Si lo siguiéramos haciendo ahora nos tomarían por aburridos, y con razón".
Ros se las da de tímido y retraído, pero cuando asume la portavocía no hay quien le detenga. "De verdad que me cuesta arrancarme. Mi madre lo sabe y en la comida familiar de San Esteban siempre me atiborra de vino, para que acabe cantando. Si nos dedicásemos al rock sinfónico les fastidiaría la celebración...". Lo atestigua Jesús Senra, el bajista de la banda. "Una noche que Marc bañó la garganta en ron acabó parando a las mujeres por Las Ramblas para cantarles Por ti, que es una especie de habanera. Se quedaron encantadas". Y la risotada es general, por mucho que esta vez parezcan patrocinadores de Solán de Cabras.
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