Los nacionalistas concentran su estrategia en los efectos sociales de la crisis
En el mes de octubre habrá, presumiblemente, una gran convocatoria "en defensa de la lengua gallega". La órbita nacionalista, que centra parte de sus esfuerzos en ese objetivo, debate ahora sobre la necesidad de extender el movimiento más allá de sus propias fronteras. Ya después de la manifestación del 17 de mayo, cuando 50.000 personas secundaron la convocatoria de A Mesa aún a pesar de que al PSdeG ni se le esperó ni estuvo, cundió la idea entre el nacionalismo de que los ataques al gallego no sólo prendían fuego en sus bases.
El BNG procura, al comienzo del curso político que los ha devuelto a la oposición, escapar del cliché identitario. Y no le duelen prendas en admitir que, quizás, no supieron responder en la guerra contra la lengua. "El PP ganó la batalla de los marcos; nosotros respondimos a su pretendida defensa de los derechos civiles invocando la legalidad", relata un dirigente, "tal vez no fue la mejor manera de actuar".
Pero el grupo parlamentario, que dirige Carlos Aymerich, carga ahora las tintas sobre los efectos sociales de la crisis económica. El repunte del desempleo, probable al regreso del verano, la proliferación de despidos bajo el subterfugio de los EREs o lo que califican de "desastrosa" financiación autonómica abren un escenario en el que el Bloque "acompañará las movilizaciones de los trabajadores". Casos como el de Caramelo, señala el diputado Aymerich, ni siquiera están cerrados.
Otro de los frentes en los que batallará la organización se encuentra en la enseñanza. Más allá de los retrocesos a los que la nueva Xunta ha sometido la normalización lingüística, los recortes presupuestarios hacen preveer "un comienzo de temporada caliente". Menos profesores, sin libros de texto gratis y con la redistribución de fondos a favor de los colegios privados que segregan alumnos en función del sexo, el PP ha dejado al descubierto un costadoo propicio a los ataques por la izquierda.
En el BNG preocupan, además, elementos del tablero político que se juegan en Madrid. Al temor a la entrada foránea en las cajas gallegas se suma el inminente fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. "Si se dicta sentencia contra el término 'nación' o contra el deber de aprender catalán", considera Aymerich, "entraremos en una época posconstitucional". Los tres grandes nacionalismos periféricos se han movido, hasta ahora, dentro de las reglas fijadas en 1978. Nadie se atreve a pronosticar qué pasará después de que hable el Constitucional.
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