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Crónica:SILLÓN DE OREJAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Caca (y no precisamente de vaca)

Manuel Rodríguez Rivero

Perdonen que me ponga escatológico, pero no tengo otro remedio. Tumbado en la cama, acalorado, con la ventana abierta y mi cuerpo sumido en estado de inedia y desconsuelo, me repongo de una gastroenteritis veraniega de las que hacen época. Voy a ahorrarles detalles. Me limitaré a decirles que en los últimos cinco días he viajado entre la cama -o el sillón de orejas- y la taza (el excusado, ya me entienden) tantas veces que no me extrañaría que hubiera sometido al parqué del suelo a un proceso de erosión irreversible. Lo único que me ha distraído de mi malestar es la lectura de The Big Necessity (Metropolitan Books), de Rose George, un estupendo ensayo divulgativo acerca de -¿cómo decirlo?- , bueno, acerca de los excrementos humanos y de los diferentes hábitos sanitarios que, históricamente, se han ocupado de eliminarnos o reciclarlos. Repriman, por favor, la mueca de asco. Los excrementos son el último gran tabú: más que el incesto, que la muerte, o que el sexo salvaje, es el único tema de conversación que aún no se permite en la mesa. Es asqueroso, lo sé. Y, sin embargo, se trata de un asunto importante. Y no sólo porque nos pasamos una gran parte de la vida yendo al váter (lo mío de estos días no cuenta), sino por el más serio motivo de que para 2.600 millones de personas (no es una errata) que carecen de todo sistema de saneamiento, el retrete no es un derecho, sino un auténtico privilegio tan inasequible y lejano como esos impolutos cuartos de baño high tech japoneses en los que uno se lo piensa dos veces antes de depositar lo que lleva dentro. Cuatro de cada diez personas viven rodeadas de heces cuyas partículas contaminan el agua y los alimentos, lo que contribuye enormemente a la difusión de las enfermedades entre los más pobres; de ahí que Gandhi explicara a sus paisanos que el sistema sanitario era más importante que la Independencia. The Big Necessity (que Turner publicará este otoño con el título de La mayor necesidad) no es sólo un libro bien documentado y repleto de información, sino también un alegato: nos pone ante las narices (pero sin malos olores) un drama terrible en el que rara vez nos atrevemos a pensar.

Tetralogía

Hay autores que nunca acaban de poner punto final a la obra de su vida. Es el caso de Ángel Viñas. Su monumental trilogía "republicana" (La soledad de la República, 2006, El escudo de la República, 2007, El honor de la República, 2009, publicados por Crítica) ya ha sido reconocida por sus colegas como un auténtico hito en la copiosa historiografía de la Guerra Civil. Fundamentada en una exhaustiva investigación en archivos de varios países, la trilogía refuta tópicos demasiadas veces repetidos y pone en solfa el revisionismo de pretendidos historiadores ("historietógrafos") que no tienen empacho en reinterpretar el pasado en función de su propia agenda política. Si el primer volumen se centraba en el golpe de Estado franquista, la pavorosa falta de apoyo de las democracias occidentales al gobierno legítimo y la consiguiente inclinación republicana hacia la URSS, y el segundo, en los dos primeros años de guerra y en las graves disensiones que desgarraron al bando republicano (hechos de mayo de 1937, influencia creciente de los comunistas), el último examinaba la fase terminal del conflicto y el hundimiento del régimen en el contexto de los intereses de Stalin y de la suicida estrategia de apaciguamiento de las democracias frente al fascismo. Las "conclusiones" incluidas en el tercer volumen -una síntesis de lo argumentado- parecían cerrar la investigación. Ahora Crítica anuncia como una de las piezas fuertes de su rentrée una especie de "coda" de más de 500 páginas (El desplome de la República. La verdadera historia del final de la Guerra Civil) en la que Viñas -con la colaboración de Fernando Hernández- reconstruye la fase final del conflicto y pulveriza algunos de los tópicos interpretativos más frecuentes a la luz de un informe secreto, y hasta la fecha inédito, elaborado por la dirección del Partido Comunista de España y enviado a Stalin en el verano de 1939. La trilogía se convierte en tetralogía (por ahora).

Apellidos

Me llamo Rodríguez, un apellido que comparto con otros 926.100 españoles (ostentamos el tercer nombre de familia más común en nuestro país). De manera que cuando me hago la célebre pregunta de qué hay en un nombre paso de largo por el mío. De pequeño pensaba que un apellido tan corriente supondría una desventaja para una carrera luminosa en el mundo de las letras. Mi padre me animaba diciéndome que eso no era un impedimento, y me ponía como ejemplo a Federico García, o a Benito Pérez (todavía no era conocido Gabriel García). Los que tenemos primer apellido copioso solemos utilizar también el segundo: nos individualiza (moderadamente). De manera que siempre me han fascinado los nombres poco frecuentes. En el sector editorial abundan: los de Tiziana Bello o Isabel Passion están entre mis preferidos. Adoro también el mestizaje onomástico, como el de la dirigente indígena peruana Daisy Zapata o el del rejoneador benidormino Andy Cartagena (¡lo que yo hubiera dado por llamarme así!), del que recientemente he descubierto su verdadero nombre (Andrés Céspedes, que tampoco está mal). También me llaman la atención los nombres de los personajes de las novelas (excepto los de las del realismo social, demasiado "colectivos", como el mío). Javier Marías impone a sus personajes estupendos apellidos -Deza, Baringo, Custardoy, Ruibérriz de Torres-, a menudo inspirados en, o tomados de, los secundarios de su propia familia. Acerca de Tu rostro mañana, por cierto, acaba de publicarse en Holanda (por Rodopi) Allí donde uno diría que no puede haber nada, un reader o libro colectivo (editado por Alexis Grohman y Maarten Steenmeijer) que reúne algunos de los más interesantes textos críticos (en español) en torno a la trilogía mariesca. El único problema es que los interesados (y hay que estarlo mucho) tendrán que pagar por él 74 eurillos (rústica, 370 páginas): cosas de la edición académica. Marías, que también es editor, publicará en septiembre dentro de su sello Reino de Redonda, y con nota previa de Francisco Rico (uno de los personajes de la mencionada trilogía), Las vísperas sicilianas, de Steven Runciman, un estupendo relato de la rebelión (1282) contra el dominio angevino que abriría paso a la posterior influencia en la isla de la Corona de Aragón. El libro, publicado originalmente por Alianza, era inencontrable. Al contrario que mi apellido.

Ilustración de Max.
Ilustración de Max.Max

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