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a la sombrita de la palabra
Columna
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Cádiz, deporte olímpico

El fin de semana pasado bajé a las costas gaditanas. Ya no aguantaba más. Y es que a mí esa tierra me carga las pilas y sé por qué es... es por su forma de vivir, es, no sé, que la luz es distinta, que el paisaje es otro, o quizás sean mis recuerdos que se hacen fuertes nada más entrar en Andalucía. El caso es que en las costas de Cádiz se ven cosas que... en ningún otro sitio. Hay quien dice que La Habana es Cádiz con más negritos, y Cádiz, La Habana con más salero, que si el barrio La Viña, que si el mentidero, que si la grassia, que si el estero... yo diría que Cádiz es Cádiz. Que en Cádiz hay libertad y que es una libertad blanca como sus salinas, como su arena, como sus vientos... una libertad distinta a las demás. Una libertad que se aferra a sus personajes, que se hace fuerte en sus cupleteros. Una libertad que se nota incluso en su sentido del humor, relajado, afilado, aliñado de anécdotas y espejos. Y es que en Cádiz nos gustan los charlatanes y en La Habana hay gente que no habla porque se muere de miedo.

Cádiz es fascinante y probablemente en eso sí se parece a La Habana y a muchos otros sitios, está llena de músicos, de artistas, de vida y de... DEPORTE. Las costas gaditanas son la cuna del deporte en verano, y es que el deporte español ahora es la auténtica cantera de héroes en nuestro país. Y eso en Cádiz no pasa desapercibido.

Hay quien dice que nos acostumbramos tanto a perder que nos llegó a dar igual, y cuando nos dio igual, empezamos a ganar, pero lo que yo creo es que nos esforzamos tanto en divertirnos que llegamos a hacerlo bien. Que nos entrenamos tan duro que la batalla nos pareció un descanso. Que nos quedamos sin excusas, o se quedaron los demás, que crecieron nuestros sueños, que nos hicimos bellos, que peleamos limpio, que fuimos más guerreros... no sé qué será, pero ahora cuando hablamos de nuestro deporte sacamos el pecho sin complejo y es que esta España mía ha cambiado mucho, pero también conserva de lo de antes lo bueno... tenemos la caricia y la carcajada, tenemos el abrazo y el griterío, la exageración y el aspaviento... y el sosiego... y es que la grandeza no importa cuan breve sea, se queda con uno para siempre, una vez que la has tenido por un momento. Y a partir de ahora, mi veraniega España, hablo como tú, camino como tú, te mantengo viva aunque tú no quieras.

Pero hablemos en serio. Aunque según el Yuyu, en Cádiz el deporte rey sea el hockey sobre manteca colorá, no es raro encontrarte en estos lares a excelentes exponentes de cualquier otra modalidad deportiva demostrando sus habilidades en cualquier plateada orilla. Alguno de los deportes que se practican en las playas de Cádiz deberían ser olímpicos, como el lanzamiento de guasa en sus distintas distancias o el salto de embuste con palillo fino. Otros ya lo son, como el tiro al plato sin escopeta. Pero es como lo de Madrid 2016: todavía está por confirmarse.

El fútbol del tiqui-taca y del toque le pertenece en realidad a los profesionales del vaciado de vaso corto que abundan en las barras de los chiringuitos del litoral gaditano.

Hay señoras en la playa de la Victoria que, con permiso de nuestras campeonas de sincronizada, juguetean y chapotean, no con un estilo sino con un estilismo incomparable... Y nuestros tenistas, nuestros tenistas deberían aprender de los jugadores de paleta que yo he visto en cortadura. Un gaditano no deja caer una pelota al suelo si sabe que no va a botar. Y el efecto que yo he visto que le dan con el dedo algunos peladores de gamba a la cabessita del crustáceo, ya lo quisiera Pau Gasol tirando de tres puntos.

En fin, que hay quien dice que en Cádiz hay que "mamar".... y en realidad en Cádiz lo que hay es que "entrenar". Señora, felicidades por la medalla.

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