Sofisticación del suceso
En la última década, mientras las matanzas en institutos y universidades han alarmado a la sociedad con diabólica asiduidad, el cine se ha ido haciendo eco de ellas a través de estilos contrapuestos: del espectacular maniqueísmo documental de Michael Moore (Fahrenheit 9 / 11) a la poesía minimalista de Gus van Sant (Elephant); de la lírica de manual de autoayuda de Diario de un rebelde a la ultraviolencia distópica de Battle Royale. Las perturbadas mentes de los asesinos decían inspirarse en el cine para su tétrica metodología mientras éste se basaba en las matanzas reales para sus nuevos productos, en una especie de retroalimentación que sólo servía para que ciertas voces presuntamente biempensantes, pero restrictivas y superficiales, mataran directamente al mensajero (el cine) sin preocuparse del mensaje.
LA VIDA ANTE SUS OJOS
Dirección: Vadim Perelman.
Intérpretes: Uma Thurman, Evan Rachel Wood, Eva Amurri, Brett Cullen, Oscar Isaac.
Género: drama. EE UU, 2007.
Duración: 90 minutos.
Normalmente ambientadas en el universo de los asesinos, estas películas no suelen centrar su discurso en las víctimas, como sí hace, en cambio, La vida ante sus ojos, segundo largo del ucranio afincado en Hollywood Vadim Perelman tras la prometedora, aunque sobrevalorada Casa de arena y niebla (2003).
Desenlace trilero
En su nuevo trabajo, Perelman reincide en un estilo tan sofisticado como cargante, que basa su efectividad en los elementos formales, repleto de transiciones más engañosas que simbólicas protagonizadas por el deambular de las nubes, los haces de luz y el rocío de la mañana sobre los pétalos de las flores. Ya saben, a medio camino entre el refinamiento de Isabel Coixet, el empacho melodramático de Susanne Bier, la mística del color de Gabriele Muccino y el tremendismo con clase de Guillermo Arriaga.
Centrada en una de las supervivientes de la matanza, transcurridos 20 años, y con continuos saltos adelante y atrás en el tiempo, la película está comandada por un procedimiento que puede gustar más o menos, pero que aspira a ser muy eficaz en espectadores sin alergia al olor de las nubes. Sin embargo, por mucho que la preciosa canción de The Zombies She's not there haya ofrecido algunas pistas sobre la pompa de jabón en la que acaba convirtiéndose la trama, lo que carece de toda lógica es ese desenlace trilero y sin sentido alguno del tiempo.
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