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Reportaje:Mundiales de atletismo en Berlín

El potasio y las dudas

El cubano Dayron Robles, dolorido, no se siente favorito en las vallas

En las primeras series, ayer al mediodía, Dayron Robles homenajeó al Che Guevara -"un legendario de Cuba, un grande", dijo el vallista de Guantánamo luciendo sobre la camiseta de competición otra con la efigie del guerrillero argentino en rojo y negro; después, cuando se despojó de ésta, corrió y saltó. Lo hizo fatal. Salió como adormilado, sin fuerza, torpe. Tropezó con la primera valla y hasta la quinta era el último. Sólo con un supremo esfuerzo y un toque de clase logró terminar tercero y clasificarse -con un tiempo horroroso, 13,67s, el peor suyo en muchos años- para las semifinales de hoy. Luego explicó el porqué. "Estoy lesionado", dijo. "Tengo problemas musculares en la parte de atrás del muslo de la pierna de ataque, la izquierda. Los he estado arrastrando todo el año, pero pensé que estaba mejor hasta que, hace 15 días, en Estocolmo, se reprodujeron. No puedo decir si estaré o no estaré en las semifinales".

"Me falta potasio en los músculos, que están tensos, rígidos", dijo, en referencia al tratamiento con iones con que los médicos cubanos tratan las contracturas musculares. Robles no quiso vincular sus sensaciones ayer ante los tacos de salida con las que pudo haber sentido hace un año Liu Xiang, el favorito de los 110 vallas de Pekín, al que una lesión le impidió finalmente tomar la salida -"para él fue durísimo, era el héroe de China", dijo-. Pero sí recordó que la temporada había ido mal desde el invierno, cuando un juanete le privó de temporada en pista cubierta. Pese a ello, el 17 de junio en Ostrava corrió en 13,04s, la mejor marca mundial del año, y se ha pasado el verano de mitin en mitin: 11 carreras. Tal trabajo forma parte de su responsabilidad como estandarte del atletismo cubano: sus participaciones sirven para financiar la de sus compatriotas menos atractivos.

Hace 10 días, en Guadalajara, donde se concentra parte del equipo en la temporada de verano, Robles era otro. Era la estrella -gafas de sol, pulseras y una gran cruz dorada en el pecho, brillantes en las orejas y porte distante- y el gran protagonista en el mapa mundial de las vallas por la ausencia de Liu Xiang, que aún renquea de su lesión, y con el permiso de "varios americanos". Una estrella dolorida y con el discurso bien aprendido: "Me encuentro bien, tranquilo", decía entonces; "estoy trabajando sin presión, aunque he corrido todo el año con dolores. Mi objetivo es el oro. Tal y como ha ido la temporada, ahora mismo la marca no es lo importante, lo importante es ganar".

Robles, que corre con plantillas y tacos especiales porque tiene los pies planos y siempre con gafas, es un vallista precoz producto del sistema cubano. Empezó en Guantánamo y, aunque probó con el salto de longitud y altura, inclinó pronto hacia las vallas, porque su entrenadora era una especialista. A los 12 años ya estaba bajo el cronómetro de Santiago Antúnez, seleccionador y entrenador también de Anier García, campeón en Sidney 2000. "He tenido muchos atletas, pero éste es el más comprometido, el más serio, el que ve a otros atletas y quiere ganarles", le define Antúnez; "y eso que hasta hace unos años estábamos confundidos, no sabíamos si llegaría".

Serio, muy exigente consigo mismo -"mi máximo rival soy yo, porque cuando me supero nadie puede conmigo"- y extremadamente competitivo, según los técnicos del equipo cubano, a los 22 años Dayron Robles lo ha conseguido todo -récord del mundo, campeón olímpico-, pero le falta el título mundial. Hace dos años acabó cuarto en Osaka. En Berlín puede que ni esté en la final.

Dayron Robles, ayer antes de tomar la salida en la primera serie de 110m vallas.
Dayron Robles, ayer antes de tomar la salida en la primera serie de 110m vallas.AFP

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