_
_
_
_
Reportaje:

"Egocéntrico y consentido"

El estudio psiquiátrico de Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta, desvela cómo busca "recompensas inmediatas"

Javier Martín-Arroyo

"Una persona egocéntrica, con dificultades para establecer fuertes y estables vínculos afectivos, así como para comprender o ponerse en el papel de los otros". El estudio psiquiátrico de Miguel Carcaño, asesino confeso de la joven Marta del Castillo, arroja luz sobre el principal protagonista del crimen, de 20 años, y cuya crueldad aún nadie asimila.

Una educación laxa moldeó un adolescente con apenas límites: "De pequeño, las regañinas me entraban por un oído y me salían por otro", confiesa en una entrevista con los forenses autores del informe. "De chico he sido consentido pero de grande (él considera que sobre los 15 años), como cualquier otro. Mi madre no era muy rígida sino todo lo contrario, y mi padrastro era algo más serio pero tampoco mucho más", ilustra.

"He sido sociable y gamberrete con mis travesuras; con eso tuve problemas"
"Las regañinas me entraban por un oído y me salían por otro", dice Carcaño
Más información
Un jurado popular decidirá sobre la desaparición de Marta del Castillo
Miguel Carcaño vuelve a su primera versión: mató a Marta, pero no la violó

Carcaño acudió a la escuela hasta los 16 años y un año después trabajó en un bingo y en una empresa de limpieza. El joven admite consumir hachís y alcohol "de vez en cuando".

Su inteligencia está clínicamente dentro de la normalidad. "Suficiente para comprender el alcance y consecuencia de todos los actos que realiza". Incluida la supuesta violación y estrangulamiento con un cable de su ex novia Marta, cometido con la ayuda de su amigo Javier G. El Cuco, de sólo 15 años.

La descripción que hace de sí mismo el joven plasma un retrato peculiar que le muestra celoso de su intimidad: "Confiado, extrovertido, amable, gracioso, tal vez un poquito tímido al principio y amigo de mis amigos; me gusta ayudar a los amigos en sus problemas pero mis problemas son míos". El informe está firmado el pasado 31 de julio por tres forenses, que determinan cómo Carcaño está cuerdo y no presenta "psicopatología alguna".

A continuación, los psiquiatras le preguntan sobre sus defectos: "No sé... hay un millón que pudiera poner (piensa y no encuentra). No sé qué decir...", culmina. El informe detalla que el episodio en el que intentó suicidarse en prisión no se debió a un trastorno psicológico, sino que fue fruto de "un gesto autolítico [autodestructivo] ante la preocupación por una posibilidad de cambio de ubicación en la prisión".

Miguel vivió con Marta una relación fugaz e intermitente, y que nunca se deshizo del todo. Este vínculo no impedía que el joven mantuviera relaciones con otras chicas, según sus amigos. De ahí que le fuera difícil "establecer estables vínculos afectivos". "Sus relaciones se mantienen fundamentalmente por el grado en que le resultan gratificantes o le ayudan a conseguir sus objetivos y metas, sin que existan sentimientos de culpa o responsabilidad por abandonarlas".

Uno de sus amigos puntualizaba sobre Miguel: "No era de ir buscando pelea, pero reaccionaba rápido, sin pensar en las consecuencias, no dialogaba". El informe interpreta ese rasgo de su personalidad: "No presenta elevados rasgos de agresividad, impulsividad o expresión física o verbal de ira o frustración, con una tendencia a evitar o escapar de estas situaciones".

Los autores del informe aclaran que "sus actuaciones se encuentran orientadas hacia la consecución de beneficios y recompensas inmediatas, que le pueden llevar en determinadas situaciones, a transgredir normas para obtenerlas". La noche del 24 de enero el joven supuestamente transgredió múltiples normas y sin atisbo de piedad por Marta. A continuación, el informe matiza: "Esto no implica que no disponga de los mecanismos cognitivos necesarios para entender las repercusiones de sus actuaciones".

Las conclusiones reflejan un joven sin antecedentes psíquicos en su familia y con una infancia difícil. Pero nada puede explicar la crueldad de un joven consciente de sus actos.

"Continua manipulación"

Una confesión desconcertante. Carcaño reveló a los médicos forenses cómo mintió al juez y los policías del caso sin ningún pudor. El joven recurrió a la "continua manipulación de los hechos", indican los forenses. Dicha manipulación se produjo "según me conviene por la pena que me puede caer y porque estoy amenazado", les confesó Carcaño. El imputado ofreció hasta seis versiones distintas del crimen que desconcertaron a sus abogados, dos de los cuales renunciaron ante tanto quiebro.

Las mentiras discrepaban de sus propios relatos y los de sus amigos, lo que llevó a situar el cuerpo de Marta primero en el río y luego en el vertedero. Un galimatías que alimentó a lo largo de sus numerosas declaraciones y tres entrevistas en la cárcel de Morón de la Frontera (Sevilla). "Ha contado diferentes versiones en las diferentes entrevistas y además, en cada una las versiones las ha matizado". Fuentes del caso sostienen que la cascada de mentiras de Carcaño sólo persigue encubrir la intervención de su hermano mayor en el crimen. Además, el joven incluyó en algunos relatos que la noche del crimen tomó drogas, mientras que en otros lo negaba. En una misma entrevista, al comienzo, se refirió a un tipo de sustancia tóxica para, al final de la entrevista, modificar el tipo de sustancia.

El informe le define como "una persona centrada preferentemente en las situaciones diarias y cotidianas, en lugar de elaborar planes de acción a largo plazo". El documento llega al final de una instrucción que está previsto concluya en septiembre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_