Los cuentos chinos de Bilbao
Vamos a dejarnos de especulaciones y juegos florales baratos. Eso del gran prestigio de la plaza de toros de Bilbao son cuentos chinos. Esta plaza no le gana a cualquiera de las plazas portátiles montadas por esos mundos en las fiestas patronales. Ayer, sin ir más lejos, se pudo comprobar. La Junta Administrativa es culpable en grado sumo. Contrató una corrida de toros sin fuerza, presuntamente pasados por alguna peluquería de postín. Toros a los que apenas se picó. Se caían continuamente. Carecían de bravura. Echaban la cara arriba, justamente por falta de fuerza y casta.
Esa misma Junta puso al torero de la tierra, Iván Fandiño, como sustituyente a Morante de la Puebla. Es verdad que la Junta no fue culpable de la impericia mostrada por el torero de Orduña. En sus dos toros rayó con la más delicada de las vulgaridades. Sus pases de muleta eran meros chapoteos en el Mare Nostrum o, si se quiere, en la ría de Plencia. Mas es culpable de haberlo contratado para ahorrarse unos cuantos duros. "El tiempo descubrirá lo que encubren los pliegues de la astucia", decía el maestro Shakespeare...
García / Juli, Fandi, Fandiño
Toros de Hermanos García Jiménez. Con poca fuerza, vulgares. El Juli: dos pinchazos, media estocada y descabello -silencio-; estocada y pinchazo -petición de oreja-. El Fandi: casi entera -petición de oreja-; estocada y tres descabellos -ovación-. Iván Fandiño: Pinchazo y estocada -ovación-; estocada delantera y dos descabellos -ovación-. Plaza de Vista Alegre. 17 de agosto. Tercera de feria. Más de media entrada.
Esta plaza no le gana a cualquiera de las portátiles de las fiestas patronales
El Juli anduvo como un malísimo muletero en su primero. Pura engañifa, sin dominio y muy distanciado (entre toro y torero cabían un par de boy scout en fila de a dos). En su segundo dibujó algún muletazo decente. Lo demás fue un collar de perlas falsas: tropezones, derechazos a la velocidad de un ferrari, embarullamiento y otros etcéteras.
La actuación de El Fandi se puede contabilizar en pocas palabras. Aparte de una larga cambiada y ciertos lances templados, a su primero, su faena la realizó bajo una carpa imaginaria de vulgaridades. La faena de su segundo pasó por los cuatro puntos cardinales de la plaza. Quiere decirse que dominó menos que un ratón a un tigre de Bengala. Para colmo, sólo pudo lucirse en banderillas en el primer toro, porque en el segundo no pasó de ser un banderillero del montón, él que es un elegido de la naturaleza en el tercio de los palitroques.
Con respecto al pegapasismo que estamos sufriendo desde el inicio de esta feria, convenía advertir que cuantos más pases se dan en las faenas se está quitando valor a cada una de esas faenas. Quienes esa mala práctica del toreo hacen suya están demostrando que no creen en el valor de los muletazos hondos, y es por eso que persiguen la superficialidad de dar cuanto más mejor, según creen, repito. Desconocen que, en algunas de las artes, la belleza y su punto de partida, menos es más.
Frente al fiasco de los toros de los hermanos García Jiménez, en la memoria queda si Morante de la Puebla nos hubiera deleitado con algunas de sus pinceladas duendísticas. Pero soñar es un acto de libertad.
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