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La gran noche de escándalo

Todas las generaciones acudieron al concierto de Raphael en un arenal de A Coruña no apto para todas las edades

Muerto el indiscutible rey del pop, el planetario Michael Jackson, la infinita variedad de estilos musicales nacidos del rock y del folk de los años 50 abrieron las puertas a reunir el viernes noche en la edición más polémica del veinteañero festival Noroeste Pop-Rock de A Coruña al atronador Raphael, al añejo Consorcio (ex Mocedades) e incluso a las difuntas reinas de la copla española, Rocío Dúrcal y Rocío Jurado. Gracias a la virtualidad de las nuevas tecnologías ambas revivieron el viernes en pantallas gigantes de la playa de Riazor para protagonizar sendos duetos con el cantante de Linares en una actuación al aire libre que congregó a decenas de miles de personas.

Un público de todas las edades, aunque eran mayoría los de la generación del sexagenario Raphael, llenaron el paseo de Riazor para la segunda noche del festival que, en el marco de las fiestas de A Coruña, organiza desde 1986 el Ayuntamiento, en teoría como alternativa a las verbenas con orquestas o los conciertos de artistas variopintos en la plaza monumental de María Pita.

Fueron escasos los mayores de 40 que se atrevieron a bajar al arenal
La actuación se prolongó durante casi dos horas y media

Al margen de la polémica y las protestas que generó la inclusión de Raphael y El Consorcio en el cartel del Noroeste Pop-Rock, la estampa de lo que suele ser este festival anual de conciertos en la playa no era la habitual. En la arena, ante un enorme escenario sobrecargado de luces y pantallas, los más jóvenes tenían sitio de sobra para explayarse en bailar y seguir los característicos aspavientos del artista.

Mientras, en tierra firme, en el paseo situado en un lateral de un escenario plantado en el arenal, el público más entrado en años se arremolinaba, sin apenas espacio, ante las barandillas de piedra y los escasos bancos donde apenas se podía ver o adivinar a Raphael. Más que verlo, el grueso de los asistentes se resignó a sólo oír al cantante. Nadie bailó pese a que ganas no faltaban al sonar los éxitos de un artista que recordó llevar medio siglo en los escenarios. Fue un concierto con público de todas las generaciones pero en un lugar no apto para todas las edades. "A la playa no bajamos, te pongas como te pongas", regañó una abuela a su preadolescente nieta. "No bajé a la arena por Hombres G, no voy a hacerlo por Raphael", explicaba un cuarentón a su amigo, en referencia a la banda que protagonizó la noche anterior, junto a La Unión y Calle 13, el primer día del Noroeste Pop-Rock.

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El buen tiempo -el termómetro marcaba 24 grados cuando saltó Raphael al escenario al filo de la medianoche- y la gratuidad ayudaron al éxito de la convocatoria. Pero aunque la gran concentración de personas estaba en en el paseo, las incomodidades y la falta de visibilidad y de sitio hicieron que gran parte del público sólo estuviese un rato en una actuación que se prolongó durante casi dos horas y media. La desbandada fue grande tras sonar el esperado Escándalo, a mitad del concierto. "No creas que yo así voy aguantar hasta las dos de la mañana, ni de coña", explicaba enfadado un marido a su mujer, apretujados en la muchedumbre.

Fueron escasos los mayores de 40 que se atrevieron a bajar al arenal donde, ahí sí, delante de un Raphael ajeno a cualquier polémica y encantado "con el maravilloso paisaje" de la ensenada coruñesa, hubo fiesta, baile y júbilo.

"No tuvimos ningún problema para llegar hasta delante del escenario donde casi le podíamos dar la mano a Raphael", confesaba, encantada, Carmela, una de las muchas jóvenes que acudieron en grupo para ver al veterano cantante, cuyos éxitos suenan también en los bares de copas. "¿Qué pasará, qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche", cantó Raphael, quien aderezó su popular tema con su no menos habitual regañina a sus "queridos imitadores que nunca me dieron ni un duro, ni una peseta de derechos de autor por repetir trillones de veces mi imagen".

El caché del cantante por este concierto fue a buen seguro uno de los más caros del festival, cuyo presupuesto este año, para tres noches de conciertos que terminaron anoche con los catalanes Way Out y los suecos The Hives, se elevaba a 600.000 euros. Es casi la mitad de los 1,4 millones con los que cuenta el Ayuntamiento de A Coruña para las fiestas que se celebran todo este mes. Y la polémica, al conocerse el cartel del festival, arreció.

Cuando un grupo de jóvenes se abrió camino el viernes para plantarse ante el escenario de Raphael con una enorme pancarta, todo el mundo pensó que se trataba de una protesta. Resultó sólo ser una felicitación "de escándalo" para una veinteañera, de cumpleaños esa noche. Ya la plataforma ciudadana, con más de 3.000 adheridos, que se organizó a través de blogs y de Facebook con el lema "Salvemos el Noroeste Pop-Rock", había dejado claro que no haría ningún tipo de boicot. "Raphael sí, pero no en el Noroeste Pop-Rock", reclama este grupo de coruñeses a los que el alcalde, también a través de su blog, prometió dar satisfacción el año que viene con un festival de rock y pop "por todo lo alto".

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