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Crítica:FERIA DE MÁLAGA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Ay, Perera, que te cojo!

Antonio Lorca

El tercio de muleta del segundo de la tarde fue interesantísimo, no exento de morbo. Fue una lucha sin cuartel entre un torito -no merece el apelativo de toro ese animal sin cara ni presencia, como toda la corrida- dificilísimo, de violento e incierto cabeceo y de un genio de mil demonios, y un torero. Pero, qué torero, Miguel Ángel Perera, con una deslumbrante suficiencia, con una quietud y seguridad asombrosas y una desbordante fe en sus posibilidades. El toro, valga el inmerecido piropo, se empeñó en echárselo a los lomos desde que lo citó por alto en los inicios de faena; se le coló con descaro por el lado derecho, se le vino encima por el izquierdo, y, cuando parecía que Perera lo había dominado con tres derechazos con mucho mando, el animal volvía las andadas, empeñado en herirlo como fuera. Como no conseguía su objetivo gracias a la juvenil destreza del diestro, el toro se vengó de la manera más vil: acertó a rasgarle la taleguilla por las partes íntimas del torero, que las dejó al descubierto para cotilleo y malsana broma del respetable. Una preocupación añadida para el torero. Allí anduvo Perera tratando de esquivar las tarascadas de su complicado oponente y, al mismo tiempo, intentado que no se le viera lo que no le importa a naide, hasta que optó por enfundarse un pantalón vaquero, y ahí se acabó la presente historia del morbo al aire malagueño. Continuó, no obstante, la seria pelea, y la faena fue larga, muy larga, y discutible, muy discutible, porque, en verdad, fue un derroche de valor, pero no hubo dominio; quién sabe, quizá, porque el toreo de hoy no ha llegado a esa lección, o porque el tal toro no lo permitía. Pero abundaron los pases insulsos -también buenas verónicas y unas gaoneras ceñidísimas-, y dos avisos, que emborronaron una labor que en el idioma taurino de la modernidad puede ser calificado de heroica. El sobrero quinto un marrajo descastado y manso que no mereció más que el abucheo general.

LOS RECITALES/EL CID, PERERA, LUQUE

Cinco toros de Los Recitales, -el quinto, devuelto- muy justos de presencia, blandos y descastados; el sexto y el sobrero, de Julio de la Puerta, mejor presentados, mansos y muy descastados.

El Cid: media baja y un descabello (silencio); media baja (ovación).

Miguel A. Perera: pinchazo _aviso_, bajonazo, media estocada _segundo aviso_ y dos descabellos (gran ovación); estocada baja (silencio).

Daniel Luque: pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio); media estocada y dos descabellos (silencio).

Plaza de la Malagueta. 15 de agosto. Primera corrida de feria. Casi lleno.

Mejor suerte tuvo El Cid, pero no parece que el torero haya encontrado esa luz que dicen que ha perdido. El cuarto fue el más noble y de más calidad de toda la tarde, y lo muleteó con cierta gracia por naturales, pero a mucha distancia del torero profundo, pletórico y magistral de antaño. Dio muchos pases entre la pasividad general, y pecó gravemente de citar fuera de cacho y con precauciones impropias de su categoría torera. El primero era de una bondad cercana a la idiotez, y los intentos del torero, a pesar de la ayuda de la banda de música, se perdieron en el aburrimiento.

Y el peor parado fue Daniel Luque, que mató dos auténticas birrias que sólo se parecían a un toro en el color negro del pelaje. Imposible le resultó torear al rajado tercero, y se estrelló ante el buey de carretas que se lidió en último lugar. Mientras tanto, Perera seguirá soñando con su toro: ¡Ay, que te cojo...!

La Maestranza. A partir de las diez de la noche del viernes se celebró en la Real Maestranza de Sevilla la tradicional corrida de la Virgen de los Reyes. Los jóvenes toreros sevillanos Oliva Soto, Antonio Nazaré y Pepe Moral lidiaron un serio, descastado y dificultoso encierro de Martín Lorca. Los dos primeros espadas cortaron una oreja cada uno, pero los tres ofrecieron una excelente impresión por valentía, entrega y hambre de triunfo. Lo más artístico surgió de las muñecas de Oliva, pero los tres hicieron méritos suficientes para volver en la Feria de Abril y merecer mejor suerte en la profesión.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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