Domadores del agua
Un refrescante recorrido por el Madrid de los veleros y las gaviotas, los ríos molineros y los canales con historia
Puede que en Madrid no haya arenales con bandera azul y tumbonas de alquiler, pero hay embalses, molinos, puentes, canales y fuentes espectaculares, un vasto patrimonio arquitectónico y etnográfico relacionado con el agua que contradice la árida idea que suele tenerse de la región central de España. Un viaje desde las graveras anegadas y rebosantes de aves del bajo Jarama hasta las presas construidas por presos en el río Lozoya.
01 Laguna del Campillo
Madrid, hace 40 años, era una obra constante y necesitaba áridos (materiales rocosos usados en las argamasas) a punta pala. Por eso, las orillas del bajo Jarama se llenaron de graveras, excavaciones que, al alcanzar el manto freático, se inundaron y fueron abandonadas. Hoy son 120 lagunas orladas de carrizos y cañaverales, donde llegan a juntarse cientos de cormoranes, 3.000 anátidas y 30.000 gaviotas reidoras. En Rivas -a 21 kilómetros de Madrid por la A-3- está la del Campillo, de 35 hectáreas y 30 metros de profundidad, que cuenta con observatorios y centro de educación ambiental.
02 Embalse de El Atazar
De 1972 data este embalse de la Sierra Norte, tan enorme -1.070 hectáreas y 425 hectómetros cúbicos- que podría tragarse toda el agua que contienen las demás presas de la región. Sus 72 kilómetros de enrevesada costa ocultan rincones de indecible belleza, como la desembocadura del río Riato, semejante a un fiordo, o como la garganta que se forma en la cola del embalse, junto a la presa decimonónica de El Villar. Hay miradores vertiginosos cerca del muro, recónditos pueblos de pizarra, como El Atazar, Patones o Robledillo, y un club náutico en Cervera de Buitrago.
03 Molino de la Hiruela
Los más deslumbrantes bosques de ribera de Madrid, los del alto Jarama, arropan esta aceña que, tras ser restaurada en 2000, ofrece la exclusiva oportunidad de contemplar el proceso tradicional de la molienda. Desde que el agua se desvía por el caz hasta que se reintegra al río, pasando por la presa donde se almacena y el edificio donde giran dos piedras movidas por sendas ruedas hidráulicas, visibles a través de unas aberturas acristaladas. Una reliquia, como el cercano hayedo de Montejo.
04 Emblema de Arganda
291.000 pesetas de 1897 costó el más bello de los 20 puentes de hierro que hay en la región. Una obra elegante, curvilínea, que yace olvidada en la antigua carretera de Valencia, junto al desvío a Chinchón. Durante la Guerra Civil, su defensa se convirtió en un emblema de la resistencia republicana; el corresponsal Hemingway, atraído por su fama, estuvo aquí. Recortándose contra el sol naciente, entre sauces, carrizos y pájaros mil, más parece el puente sobre el río Kwai que un viejo mecano abandonado en las afueras de Madrid.
05 Pontón de la Oliva
Ésta de Patones (www.patones.net) es la presa más vieja de la región y la más triste. Dos mil reos bregaron desde 1851 hasta 1857 para erigir una mole de piedra de 27 metros de altura para nada. Al poco de inaugurarse se descubrió que el río Lozoya se filtraba a través de ignotas cavernas y pasaba de rositas bajo la fábrica, vaciándose el embalse a ojos vistas. Tenía su lógica y su guasa: que en una presa hecha por presos hubiese fugas. En el acantilado de la margen occidental aún pueden verse las argollas herrumbrosas a las que permanecían encadenados los siervos de la pena. Escalofriante.
06 Fuente del Barranco
En Colmenar de Oreja (www.colmenardeoreja.com), a 50 kilómetros al sureste de la capital, tienen buen vino, pero también buenas fuentes, todas labradas hace siglos en la deslumbrante caliza del lugar. Espectacular la que está junto a la plaza Mayor, perfumada por los jardines del Zacatín. Consta de un pilón rectangular cubierto por un tejado a cuatro aguas de lajas de piedra sobre bóveda de cañón de sillería, de un largo abrevadero y de un señor lavadero donde cabían holgadamente las lavanderas de los dos barrios que costearon la obra en 1779. En total, más de 40 metros. Es El Escorial de las fuentes madrileñas.
07 Cantarranas
Fue molino harinero desde el siglo XVI hasta 1912, luego fábrica de harinas y piensos, y hoy es un hotel-museo del grupo Foxá (918 73 77 20; www.foxa.com), con restaurante especializado en asados y carne al carbón, pistas de pádel y jardines llenos de fuentes. Ocioso parece decir que en Tielmes, en la vega hortelana del Tajuña, jamás se había visto finura igual. En sus tres plantas se muestran, perfectamente restauradas, alineadas y pulidas las mil y una máquinas de la antigua fábrica, así como el laberinto de las tuberías por las que subían y bajaban el grano y los distintos tipos de harinas.
08 Puente Mocha
En el confín occidental de la región, a tres kilómetros al sur de Valdemaqueda (www.sierraoeste.org/valdemaqueda.htm), se esconde este precioso puente medieval de cinco ojos y calzada alomada de 70 metros de largo. Vestigio de un camino olvidado, puente Mocha es hoy una bella excusa para acercarse a conocer uno de los mejores bosques de pino piñonero de Madrid y su río más salvaje y esquivo, el Cofio, que cría truchas y nutrias, indicador de la pureza química, casi teórica, del agua. Bajando a pie desde Valdemaqueda por la prolongación de la avenida del Puente Romano se llega en tres cuartos de hora.
09 Canal de Isabel II
Fue el primero que se construyó para llevar a la capital el agua pura del Lozoya, que fue recibida con gran alborozo. El 24 de junio de 1858, el preciado líquido salió por un surtidor de 12 caños de la calle de San Bernardo, tras recorrer 77 kilómetros desde la sierra por acueductos y sifones. De la joven reina que lo inauguró, tomó su nombre. Es un placer histórico pasear por la plataforma del canal desde la presa del Pontón de la Oliva hasta Patones de Abajo, oteando a mano izquierda las alamedas donde se casan el Lozoya y el Jarama, y a la diestra, los barrancos.
10 La playa de San Juan
Conocido como la playa de Madrid, este gran embalse del Alberche, el tercero más extenso de la región (650 hectáreas), reúne todos los veranos a una multitud de bañistas, fuerabordas y veleros, incluidos los del Real Club Náutico, el club más antiguo de aguas interiores de España (1958). Los solitarios prefieren la orilla contraria, mucho más brava, con pinos monumentales y acantilados como los del Yelmo, una peña pelada en forma de casco que se eleva 101 metros sobre las aguas. A ella se llega por la pista que nace en el kilómetro 49 de la M-501 (Madrid-San Martín de Valdeiglesias).
» Andrés Campos es autor de El hombre y el agua: semblanza acuática de la Comunidad de Madrid (Ediciones La Librería).
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Guía
Información
» Educación ambiental Campillo (600 50 86 38).
» Club Náutico Cervera (www.embalsedelatazar.es).
» Molino la Hiruela (918 69 73 28; www.lahiruela.com).
» Real Club naútico Madrid (www.rcnmadrid.com).
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