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Crítica:cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Viaje de negocios

Javier Ocaña

Ya desde su título, El año que mis padres se fueron de vacaciones remite inevitablemente a otra película con la que se pueden encontrar no pocas concomitancias y alguna distinción: Papá está en viaje de negocios (1982), primer éxito internacional de Emir Kusturica.

Allí la dictadura del mariscal Tito, aquí la dictadura militar brasileña de los años sesenta; allí un hijo al que su madre vende el cuento de que su padre está en viaje de negocios, aquí unos progenitores que dejan al crío en la casa de su abuelo durante un tiempo; allí el fútbol como irresistible pasión y como catalizador para la unión de los distintos pueblos de la extinta Yugoslavia, aquí el fútbol como religión durante el Mundial obtenido por Brasil en México 1970. Nostalgia de la niñez, incomprensión con el mundo de los mayores, fábula sobre la pérdida de la inocencia. Ambas películas comparten un tono, una temática, un objetivo. Sin embargo, la magia de la cinta de Kusturica apenas se hace visible en la película de Cao Hamburger.

EL AÑO QUE MIS PADRES SE FUERON DE VACACIONES

Dirección: Cao Hamburger.

Intérpretes: Michel Joelsas, Germano Haiut, Daniela Piepszyk.

Género: drama. Brasil, 2006.

Duración: 104 minutos.

Del Cuéntame español a la rumana Cómo celebré el fin del mundo, el revisionismo nostálgico de la niñez en tiempos de crudeza politicosocial sobrevuela las cinematografías del mundo. El año que mis padres..., último ejemplo, tiene en su escrupuloso tratamiento del punto de vista una gran virtud técnica y, quizá, su tumba narrativa. Nada se sale de la mirada y el oído del chaval protagonista, al que se le niegan todas las explicaciones, todas las conversaciones. Por tanto, al no ofrecerse datos ni imágenes de las circunstancias políticas de los mayores, todo queda en el universo infantil, subrayado continuamente por una música melodramática y por unos interludios entre secuencias a los que se les da demasiado énfasis y demasiado metraje. Consecuencia: el tono es directamente melifluo y acaban teniendo más emoción el empeine de Rivelino y los empalmes de Pelé que la película en sí misma.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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