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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Calidad y futuro

El verano ha traído a la región a dos conjuntos donde se mezclan el futuro con los artistas ya hechos, pero en ambas estructuras hay una atención encomiable, una curiosidad palpable por ese principio del ballet que es el rigor en la ejecutoria, un proceso moral del artista que no acaba jamás.

La vibrante velada de El Escorial tuvo su base en dos factores: calidad de las coreografías y esmerada interpretación de los bailarines. Pulcinella de Cullberg es un decálogo de su estilo al enfrentar el acto bailado: sin humor no hay vida ni tampoco lugar para el arte. Su hijo, Mats Ek, recogió la idea y sus coreografías expresan a partir de una aparente simplicidad agudas preguntas. Ek ha extendido su catálogo hacia el diálogo intimista, los efectos de la ausencia y el humor con un trasfondo amargo, un filo intuitivo y rítmico a través de una pantomima muy expresiva.

Stockholm 59º North.

Piezas de Birgit Cullberg, Mats Ek y Pontus Lidberg. Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. 7 de agosto.

American Ballet Theatre II. Piezas de A. Barton, M. Petipa, L. Ivanov, G. Balanchine y G. Robbins. Escenario Puerta del Ángel. 8 de agosto.

Cerró el pujante nuevo talento que es Pontus Lidberg. En Tactile affinity usa el obsesivo piano repetitivo de Philip Glass como esqueleto dinámico, pista progresiva sobre la que desliza una lectura llena de tensión, originalidad y líricas figuras conceptuales. El cuarteto de Ek Pas de danse resultó lo más elevado, mientras Lidberg goleó por impacto visual.

En Puerta del Ángel, los muchachos del ABT2 salieron a escena, como corresponde a su edad, a comerse el mundo y a dejar una estela de energía, sonrisas y esperanzas para el ballet. Son heterogéneos, desiguales y necesitan tiempo, pero hay madera. Allegro brillante de Balanchine mostró las primeras dificultades con una grabación ingrata, y el empaste coral se resintió. Lo mejor vino después, a pesar de la perversión del abanico: el Don Quijote bailado por Meaghan Hindis, que es bailarina de garra, muy americana en estilo y formas (con ciertas licencias que debe atajar: equilibrios, giros), pero destinada a la bravura. Ella se llevó la función, pero el abanico es extraño a la pieza; se debe usar en el primer acto. En el paso a dos del tercero resulta circense, roza el tópico. El pas de cheval de Hindis fue perfecto, y cerró Interplay deliciosa obra de Robbins de 1945 que no ha perdido frescura ni brillo y fue ejecutada con pulcritud y jocosos acentos propios.

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