Cultura urbana sobre ruedas
700 deportistas participaron en las pruebas de 'skate', bicicleta y 'breakdance' de O Marisquiño 2009 en Vigo
Antes del accidente que el año pasado le mantuvo inconsciente durante dos días en un hospital de Amsterdam, el madrileño Danny León había acumulado suficientes puntos sobre su monopatín como para quedar tercero en la final europea de skate que se celebraba en la capital holandesa. Del incidente, el primero y único en sus cinco años y medio de carrera, solamente queda un mal recuerdo y un casco que, por mandato materno, le acompaña cuando hace deporte desde entonces. A sus 14 años, el skater de Móstoles fue el participante más joven de los 700 inscritos en el 9º certamen O Marisquiño, un encuentro deportivo y artístico que se celebró en Vigo durante el pasado fin de semana y en el que se repartieron 9.000 euros en premios en las disciplinas de skate, BMX, descenso en bicicleta de montaña y breakdance.
"Es la segunda vez que compito en Vigo, pero ahora ya lo hago con los mayores", dice León mientras aparca su tabla y coge el vaso de agua que le tiende un miembro de la organización, una de las más de cien personas (doscientas incluyendo al personal de barras, puestos y montaje) que trabajaron durante dos días para que todo el engranaje funcionase al unísono. Medio centenar se ocuparon, en exclusiva, de mantener la seguridad en el circuito de descenso urbano en bicicleta de montaña, una prueba que constituyó la novedad más espectacular entre las modalidades deportivas de O Marisquiño 2009.
El descenso, que se celebró el domingo por la tarde, discurrió por el trazado serpenteante del Casco Vello vigués, con inicio en el Concello y final en A Laxe, y tuvo un comienzo sorpresivo con el rugido de la moto de cross del piloto cangués Dani Rivas, ahora corredor de la nueva Moto 2, pero que inició su trayectoria deportiva sobre una bicicleta de montaña. Poco más de un minuto tardaron los 65 participantes en sortear escaleras, callejuelas e incluso zonas de obras entre el aplauso ferviente del público dominical que acompañó el rápido descenso.
"Aquí hay mucha afición y se nota en la gran cantidad de espectadores que siempre congrega este tipo de pruebas", indica el vigués Marcos Valbuena, encantado con la ocurrencia de rodar su bicicleta de montaña sobre asfalto y piedra. Al final, el triunfo fue para el grovense Jorge Aguín, del Club Chapelo Racing, quien completó el circuito en un tiempo de 1 minuto y 18 segundos.
Al margen de los campeonatos, las exhibiciones de parkour (deporte urbano que consiste en atravesar distancias en línea recta valiéndose de saltos y acrobacias), wakeboard (evolución del esquí acuático) y graffiti también atrajeron la atención de la concurrencia. "Lo que hacemos todavía es muy desconocido, la gente confunde los graffiti con pintadas porque en Galicia no hay ningún sitio legal para pintar, ojalá esto sirva para que tengan otra imagen de nosotros", cuenta la viguesa Sax, una de las pocas escritoras de pared que ejercen por estos lares.
Sus letras comparten mural con las de Cantwo, uno de los representantes internacionales de Wild Style. Con 39 años, el graffitero alemán ya está considerado como todo un icono de la vieja escuela, lo que da idea del margen temporal tan corto en el que se ha desarrollado esta expresión cultural.
Turistas, pasajeros del transporte de ría, viajeros a la cola esperando algún barco a las Illas Cíes, familias de paseo, adolescentes e incluso participantes en el Maratón Fotográfico del Concello de Vigo, que también se celebraba ayer, se mezclaron entre los asistentes y los deportistas, chicos en una abrumadora mayoría. "Nos gustaría que se animasen más chicas, porque las vemos entre el público siguiendo con entusiasmo los concursos, pero, de momento, el número de participantes femeninas todavía es insuficiente para hacer modalidades específicas", explica el responsable de prensa del festival, Pablo Gómez.
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