Un Cañonazo que vale por cien años

Como un buen menú de cocina vasca, la Semana Grande ofreció ayer su primer plato desde los aledaños del Ayuntamiento donostiarra. Diez minutos antes de las siete de la tarde, los jugadores de la Real Sociedad, con Mikel Aranburu y el presidente, Mikel Ubarrechena, a la cabeza, entonaban el más que clásico Artillero, dale fuego / ezkontzen zaigula/ pastelero... junto con los centenares de asistentes. Aranburu, quien reconocía "cantar no es lo nuestro", y sus compañeros hicieron todo lo posible para celebrar así el centenario del club txuri urdin. Después el Cañonazo de rigor de Luis Mocoroa, el Artillero Mayor, la fiesta -que finalizará el próximo día 15- estaba servida.

Esta vez los pañuelos festivos blanquiazules, los mismos del club, no tuvieron el protagonismo del año pasado. Pocos de los presentes los portaban, aunque se trataba de una minoría muy fiel a este símbolo: Álex y Gorka, dos jóvenes de 17 y 12 años, respectivamente, recalcaban que lo van a llevar puesto todas las fiestas.

"Aunque cada año el Cañonazo se anima más, somos un poco sosos"

El pañuelo festivo donostiarra no logra el protagonismo del año pasado

También hubo quien, siguiendo los consejos del alcalde, Odón Elorza, se fabricó un pañuelo casero, "muy económico", como afirmaba entre risas Mila, una donostiarra que no se pierde el Cañonazo y que lucía el suyo al cuello.

Alberto, uno de los componentes del pelotón de artillería que acompañaba a Mocoroa, comentaba: "Aunque cada día se anima más, somos muy sosos", haciendo un llamamiento a que los cánticos, los bailes y el cava aumenten el año que viene.

María Jesús Torres, la directora de fiestas del Ayuntamiento, destacó que el inicio de la Semana Grande había salido bien, pese a los incidentes registrados a la misma hora en el Boulevard, en contra del llamamiento de Elorza para alejar las fiestas de la política.

Al margen de estos hechos, las calles de la Parte Vieja y el centro donostiarra se inundaron pronto de ciudadanos deseosos de disfrutar los festejos. Y no es para menos, ya que las opciones del menú son variadas. Entre las 227 actividades que conforman el programa de fiestas, destacan los conciertos en Sagüés de Tequila, Ojos de Brujo, Reincidentes, La Oreja de Van Gogh o Luz Casal, que componen, según comentaba el edil Denis Itxaso tras el Cañonazo, un "cartelazo".

Los platos fuertes de todos los años también estarán presentes, como las corridas de toros o las exhibiciones de fuegos artificiales que este año llegan a su 46º edición. Ayer Parente Fireworks, la firma italiana que el año pasado ganó el premio, encendió las primeras mechas de pólvora y hoy lo harán los valencianos de Pirofantasía. "Y el helado", recuerda Magi, una niña de seis años a la que no se le escapa nada.

La sal de las actividades y de la calle la pondrán los gigantes, los cabezudos y las charangas. Los primeros han sido remodelados este año para lucir sus trajes durante la Semana Grande. Las charangas provienen de distintos puntos de Europa, como Bélgica, Italia, Francia y, por supuesto, del País Vasco, y amenizarán las calles del centro de la ciudad.

Aunque este año faltará la guinda del pastel, ya que no habrá conciertos en el Peine del Viento, se celebrará una jornada de propina para compensar, la del día 16, que festejará la candidatura de la ciudad a capital cultural europea en 2016 con diversas actividades. Un día más para una Semana Grande que ofrece atractivos para todos los gustos.

En definitiva, la capital guipuzcoana se encuentra ya inmersa en jornadas de celebraciones para las que los responsables municipales volvieron a recordar que evitar los excesos puede impedir más de un disgusto.