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Días de diversión

El último milagro de la Virgen

La confianza del Ayuntamiento en un grupo de aficionados resucita una feria taurina que se moría hace tres años

Domingo, 2 de agosto de 2009; 17.00. En los corrales de la plaza de toros de Vitoria un grupo de aficionados se afana con el rastrillo y la pala. El espectáculo de caballos del día anterior ha movido las tierras de las dependencias que en apenas 16 horas serán el hogar de los toros que se lidiarán en la feria de La Blanca. Los protagonistas, las personas que componen Vitauri, el consejo asesor del Ayuntamiento de Vitoria para asuntos taurinos.

El mundo del toro siempre ha caminado unido a los santos y las creencias religiosas y, si en Pamplona es un recurso habitual el capotillo de San Fermín, a nadie en Vitoria se le ocurrirá negar que habrá mediado la Virgen Blanca para encontrar a los componentes de Vitauri como salvación de las corridas en sus fiestas.

El Juli y Perera repiten como figuras del ciclo de corridas vitoriano

A fines de 2006, la Feria de La Blanca se encontraba en estado de coma. Lejos quedaban los gloriosos años sesenta, en los que las figuras buscaban en el coso vitoriano el impulso para llamar la atención en las grandes plazas. Tras el bache de los ochenta no se había dado con el empresario, ni local ni foráneo, que revitalizase la plaza. Los últimos actos los firmó el ex futbolero González de Caldas. El Ayuntamiento se planteaba que había levantado una plaza nueva para sólo un centenar de abonados y unos festejos que apenas atraían a 2.000 espectadores.

La solución llegó de mano de Vitauri. Un grupo de aficionados de la ciudad, capitaneados por Ramón Garín y el entonces presidente de la plaza, Jero Lete, propuso la solución al consistorio, que les cedía la responsabilidad, dándoles el apoyo necesario. En tres años, el número de abonados ha pasado de 101 a más de 1.600 y, por primera vez en varias décadas, comienza a verse la feria como una apuesta que deje beneficios. De momento, los carteles ya logran atraer a muchos aficionados de las localidades cercanas.

No es casualidad. Vitauri ha apostado por ganaderías que invitan al optimismo, con la presentación exquisita de los toros como norma. El juego de los morlacos no lo garantiza nadie, pero sí su lucha contra el afeitado y el fraude. Vitauri defiende al aficionado y, por ello, ha soportado presiones del complejo entramado taurino y decepciones, como cuando alguno de los toreros de papel cuché se cae de los carteles en el último momento. El año pasado, la ausencia sorpresa fue Cayetano y el día 25, El Cordobés sufrió una gastroenteritis que le impidió viajar a Vitoria.

Para el ciclo que comienza esta tarde, los encierros elegidos corresponden al encaste Domecq de Fuente Ymbro, Victoriano del Río y El Pilar y a la ganadería de Puerto de San Lorenzo, las cuatro con un buen balance en los dos últimos ejercicios, al igual que los Murube elegidos para rejones.

Los carteles se han confeccionado sobre la base de El Juli y Perera como figuras, que repetirán, y con el colofón de un revitalizado Morante de la Puebla el domingo. El Cid y Ponce deberán defender su estatus ante los jóvenes Luque, Castella, Talavante, Bautista y Manzanares. Las cuatro tardes de a pie resultan de interés, si bien destaca la de hoy con el duelo entre Juli y Perera con El Cid como testigo y la del último día, con Morante y Manzanares como reclamos. Carteles rematados en los que sólo se echa en falta la presencia del vasco Iván Fandiño.

Lo que ya es un hecho es que la Feria de La Blanca será la capital del toreo los próximos días, papel que en tiempo récord han recuperado el Ayuntamiento y los aficionados de Vitauri, dispuestos a soportar la organización de una feria hasta para sacrificar un domingo de agosto retocando los corrales de la plaza.

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