Bobby Robson, un referente del fútbol lleno de humanidad
Dirigió al Barcelona de Ronaldo, con el que logró tres títulos en 1997
El mundo del fútbol es propenso a convertir en histórico cualquier duelo en la cumbre y elevar a la categoría de leyenda a jugadores poco más que buenos. Pero, por una vez, la catarata de elogios que estalló nada más conocerse la muerte de sir Bobby Robson (76 años) parecía no sólo justa, sino sincera. Aunque 20 veces internacional por Inglaterra, fue un jugador mediocre. Su palmarés como entrenador no le coloca entre los grandes: aunque ganó la Recopa de Europa con el Barcelona, la Copa de la UEFA con el Ipswich Town y varios trofeos nacionales en Inglaterra, España, Holanda y Portugal, quizá su mejor logro fue dejar a Inglaterra a las puertas de la final de la Copa del Mundo en 1990.
Lo que ha llevado siempre a Bobby Robson a la cima es su humanidad. De origen humilde, siempre se tomó las derrotas con elegancia, aceptó las críticas con gallardía y nunca dejó que le abandonara el buen humor. Propenso a los gafes, era legendaria su dificultad para llamar a los jugadores por su verdadero nombre.
Robson ha impactado casi tanto con su vida como con su muerte, que supo transformar en una incansable batalla contra el cáncer, con el que tropezó por primera vez hace 18 años. Le diagnosticaron cáncer en el intestino en 1991, un melanoma maligno en 1995 y un tumor cerebral y otro en su pulmón derecho en 2006. En 2007 se sometió a tratamiento de quimioterapia cuando le descubrieron cáncer por quinta vez.
El año pasado puso en marcha la Fundación Sir Bobby Robson contra el cáncer. Sabía que el final estaba cerca. "Mi condición es estable y no se ha alterado desde el último tratamiento con quimioterapia. Voy a morir más pronto que tarde. Pero todos nos tenemos que ir en algún momento y yo he disfrutado cada minuto de mi vida", declaró hace ahora casi un año.
El domingo pasado, visiblemente deteriorado ya por la enfermedad, aún tuvo fuerzas para saludar desde el césped a las 33.000 personas que acudieron al estadio de Saint James' Park, el coliseo de su amado Newcastle United, en los prolegómenos de un partido entre ex jugadores de Inglaterra y de Alemania para recaudar fondos para la fundación.
Ese día, Inglaterra batió a la República Federal de Alemania por 3 a 2, y sir Bobby sonrió cuando el portero inglés Peter Shilton detuvo un penalti. El 3 de junio de 1990, Shilton no pudo parar ni uno solo de los cuatro penaltis alemanes que dejaron a Inglaterra fuera del Mundial en semifinales. Fue quizá el momento más amargo de su carrera, porque nada puede igualar en Inglaterra la pasión que genera su equipo nacional de fútbol, huérfano de títulos salvo la todavía discutida victoria en el estadio de Wembley en 1966, precisamente frente a los alemanes.
Hijo de un minero, Robert William Robson nació el 18 de febrero de 1933 en Sacriston (County Durham, noreste de Inglaterra), el cuarto de los cinco hermanos. Desde niño iba con su padre a los graderíos de Saint James' Park, pero su carrera profesional empezó en el Fulham de Londres, donde estuvo desde 1950 hasta 1956 y marcó 69 goles en 152 partidos. Un registro estimable para un extremo izquierdo. En 1956 firmó por el West Bromwich y al año siguiente debutó con Inglaterra, con la que disputó el Mundial de 1958 en Suecia. Volvió al Fulham en 1962, con menos éxito, y se retiró en 1967 con una breve estadía como jugador-entrenador del Vancouver Royals, en Canadá.
En 1968 volvió al Fulham como entrenador, pero fue en el Ipswich Town (1969-1982) donde se consagró al ganar la Copa de Inglaterra (1978) y la de la UEFA (1981). Esos éxitos le catapultaron a la selección de Inglaterra tras el Mundial de España, en 1982. En 1986 alcanzó los cuartos de final, pero cayó ante la Argentina del mejor Maradona de la historia. En 1990 llegó la agonía de los penaltis frente a Alemania.
Triunfó en el extranjero
Robson dejó la selección para convertirse en uno de los pocos entrenadores ingleses triunfadores en el extranjero. Ganó la Liga holandesa con el PSV Eindhoven (1991 y 1992), la Liga (1997) y la Copa (1995 y 1996) con el Oporto, y un triplete con el Barcelona de Ronaldo en 1997: la Recopa de Europa, la Copa del Rey y la Supercopa de España.
En Oporto y en Barcelona tuvo como ayudante a un joven portugués, José Mourinho, al que ayudó a convertirse en uno de los mejores entrenadores del fútbol actual. Ayer, Mourinho confesó que no había tenido valor para hablar con Robson desde hace 12 meses. "Era demasiado duro para mí, porque no quería creer que estuviera muriendo. No era ésa la imagen que quería tener de Bobby Robson para siempre en mi interior. No era ésa la voz que quería escuchar", declaró ayer. "Es difícil aceptar que alguien como él ya no está con nosotros. Pero él es inmortal, porque siempre ha dejado una marca de su personalidad entre quienes le han conocido. Era un gran entrenador, pero, sobre todo, una gran persona".
Sir Bobby Robson murió ayer por la mañana, 31 de julio en su casa de County Durham, acompañado de su mujer, Elsie, y el resto de su familia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.