_
_
_
_
Reportaje:

No se admite efectivo ni tarjeta

Los mercados de trueque proliferan como alternativa al consumo innecesario

En una época en la que se intercambia de todo, desde casas en vacaciones hasta parejas, aún hay quien pone cara de sorpresa ante una de las mesas de trueque que, siempre en el mismo sitio, siempre el mismo día cada mes o cada dos meses, pueden encontrarse en diversas localidades gallegas. Lo que empezó con mercadillos esporádicos ha acabado por consolidar a lo largo del último año varias Redes de Troco en Vigo, Ferrol, Ourense (las tres vinculadas a Verdegaia) y A Coruña, además de mercadillos periódicos en sitios como Boiro o Santiago.

En estos puestos se puede encontrar de todo, pero nunca faltan libros, CD, ropa y juguetes. Es más fácil sorprenderse (o más difícil no hacerlo) al visitar las webs de las distintas redes, en las que la oferta y demanda abarca todo lo anterior, además de teléfonos móviles, cámaras, videoconsolas y demás aparatos electrónicos susceptibles de ser canjeados por bicicletas, muebles u otros objetos más curiosos, como un dispensador de cerveza, un detector de metales o un terreno de cultivo en Teis.

Históricamente el intercambio se reaviva en períodos de crisis
Entre los objetos más curiosos están un dispensador de cerveza y un huerto

Aunque los principios de los que se parte son similares, el sistema de trueque varía dependiendo del lugar. En Santiago los promotores del mercadillo hacen las veces de intermediarios, encargándose de recoger los objetos y repartir papeletas numeradas para que, tras un sorteo, cada persona pueda acercarse a recoger lo que necesite de entre las cosas que se han acumulado. Aún así, una de las principales responsables del trueque en Compostela, María López, asegura que sólo es el paso previo a una segunda etapa en la que sea la gente quien se organice. En septiembre transmitirán a distintas asociaciones un documento en el que se explica cómo organizar el mercadillo de forma que en cada barrio se estandarice el sistema de trueque.

En Vigo y Ourense abogan por un intercambio gestionado directamente por las partes implicadas y por otro modo de arraigar el trueque que se apoya en un par de locales en los que quien quiera ceder o cambiar puede hacerlo sin esperar al próximo mercado. En Ourense el colectivo Sem Um Cam inauguró hace unos meses la Cousateca, que, como su nombre indica, aplica el sistema de préstamo propio de una biblioteca a todo tipo de objetos, con el fin no sólo de ayudar a quien tenga menos recursos sino de promover un modo de vida alejado del consumismo innecesario. Permite evitar la compra de utensilios que se usan esporádicamente (herramientas, material de acampada) o sólo durante un tiempo determinado, como las cunas.

La idea de conseguir lo que necesitas con lo que te sobra, en vez de con lo que ganas, puede resultar tentadora en tiempos de crisis. Históricamente se aprecia cierta tendencia a reavivar el sistema de trueque en períodos de recesión económica, como sucedió en Argentina tras la caída del peso en 2002. Sin embargo, desde Verdegaia rechazan esta visión simplista del trueque. Mónica Arto, coordinadora en Ferrol, admite que "puede que tenga más éxito por la crisis, pero es algo que necesitamos de todas formas. Se trata de un modelo diferente de sociedad y comunidad". Insiste además en que, lejos de ser algo nuevo o anecdótico, el sistema busca "recuperar una actividad que se fue perdiendo, de relación y ayuda entre vecinos sin dinero de por medio".

Hasta ahora los mercados van teniendo un éxito moderado, reuniendo a más gente allí donde llevan más tiempo, como en Vigo, ciudad en la que el principal problema hasta la fecha no fue la gente, sino el Ayuntamiento. A finales del año pasado, cuenta Roi Seogane, de Verdegaia, les informaron de que debían pagar 30 euros por metro cuadrado ocupado por el mercadillo porque "consideraban que había transacción económica, aunque en realidad era pagar por ocupar la vía pública". Los responsables del trueque en Santiago vivieron una situación similar y tuvieron que trasladarse desde la plaza de Mazarelos a la de Abastos por no estar inscritos en el registro de vendedores del municipio.

En ambos casos se solucionó el conflicto en un par de meses y siguen levantando las mesas en la calle, a la vista de transeúntes, curiosos y "regulares", de edades tan diversas que es casi imposible fijar un perfil e, incluso si se intenta, éste varía en cada ciudad. La única constante la marcan los niños. María López, profesora y responsable del trueque en Santiago, asegura que, dentro de un sistema que tiene un valor más simbólico, acorde a la necesidad, que capital, a medida que se crece "se entiende menos el concepto de trueque": "Mientras que los niños y adolescentes están acostumbrados a no tener tanto dinero, muchos adultos no pueden evitar pensar en euros".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_