Y detrás, el desierto

Llegado el avituallamiento tras el descenso de Envalija, Óscar Pereiro se bajó de la bicicleta. No doy una pedalada más, dijo. La retirada inexplicada del gallego, una vez primero (2006) y tres veces décimo, simboliza la desaparición súbita de la clase media-alta española en el Tour. Una mirada al top ten resulta en ese sentido desoladora: detrás de Alberto Contador, el desierto. Ningún otro español entre los diez primeros, una soledad que no se dio, exceptuando 1998, el año del caso Festina, el de la retirada de todos los españoles, ni siquiera en la transición que supuso la retirada de Miguel Indurain. Un desierto que contrasta, eso sí, con otro dato insuperable: los últimos cuatro Tours los ha ganado un español.

Detrás de Contador, ¿qué hay?, se pregunta Eusebio Unzue, el director del Caisse dÉpargne, un equipo que este año, con la ausencia forzada de Alejandro Valverde, uno de los tres cracks actuales junto a Samuel Sánchez, baja voluntaria, y Contador, y habitual del top ten, ha salvado su participación con la victoria de etapa en Saint Girons del brillante Luis León Sánchez; ya se ve lo que hay. Los veteranos poco más van a dar de sí. Como mucho, tenemos garantizados cuatro o cinco años. Después no sé qué habrá.

Unzue, un optimista habitual, confía en la extraordinaria capacidad del ciclismo español de extraer talentos únicos de la nada, pero, contradiciendo sus deseos, se alza otra realidad: todos los jóvenes con futuro de su equipo son extranjeros: un colombiano, Urán; un francés, Jeanneson; un portugués, Rui Costa. Luis León, por lo que se ha visto, va a tardar en superar la alta montaña y en madurar psicológicamente para aguantar la tensión de tres semanas, analiza.

Al siguiente español en la general tras Contador, Mikel Astarloza, undécimo tras perder el noveno puesto en el Ventoux, le gratifica más su victoria de etapa en Bourg Saint Maurice. Fue el premio a una vida de amor al ciclismo, como también otra victoria guipuzcoana, la de Gárate en el Ventoux, el broche de oro a una carrera, como él la definió. Momentos excepcionales de dos veteranos luchadores que no reflejan más que la excepción del ciclismo español, que se maneja en dos polos opuestos: el talento excepcional de Contador y la capacidad de lucha de una generación, la de los 70, que se está agotando.

Entre medias, nada. Sólo cinco españoles entre los 30 primeros. Entre medias, los jóvenes que llegan de países con apenas tradición en el Tour, como el inglés Wiggins o el checo Kreuziger, o que renuevan una tradición acostumbrada a grandes saltos y grandes depresiones, como los luxemburgueses Schleck; dos viejos yanquis, Armstrong y Vande Velde; el francés de turno, Le Mevel; el suspiro italiano, Nibali...