Almodóvar reúne cuentos populares eróticos
Las charlas de los campesinos estaban repletas de cuentos y anécdotas. Una existencia marcada por el trabajo, las privaciones y la opresión de los poderosos encontró en los cuentos una pequeña vía de escape. La vida oficial estaba ocupada por palabras solemnes que despreciaban muchos campesinos, analfabetos y enemigos por principio de sus amos.
Los cuentos populares eróticos circulaban de forma semiclandestina y salían a la luz en los momentos más íntimos, en esas horas en que los braceros descansaban tras la jornada. Antonio Rodríguez Almodóvar (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1941) ha publicado Libro de la risa carnal (Palabras del Candil). Se trata de una obra basada en cuentos populares eróticos que salió a la calle por primera vez en 1989 y tuvo una escasa difusión. Rodríguez Almodóvar la reedita ahora con la intención de que llegue a más lectores.
"He hecho una versión literaria de cuentos populares de carácter erótico sin tocar la estructura del relato. Son cuentos medievales que se refieren a los curas y a las monjas católicos", dice Rodríguez Almodóvar, que, con El bosque de los sueños, obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2005.
Tertulia campesina
"Son cuentos que se contaban en la intimidad de la tertulia campesina. La gente se sentía a gusto. Sabía que lo que contara no iba a trascender fuera. Y se solazaba contando historias de curas y monjas", explica Rodríguez Almodóvar. El autor sevillano cree que "ahora que ha desaparecido la tertulia campesina es el momento de publicar este libro".
"Los cuentos tenían una función de crítica social. Constituían una vía de autoafirmación, de rebeldía. Presentaban la visión del mundo que tenían los campesinos", detalla el autor, que ha dedicado gran parte de su vida al estudio y recuperación de los cuentos populares españoles.
"Los braceros encontraban con esos cuentos una vía psíquica de compensación y dejaban claro que ellos no veían el mundo tal como les obligaban a verlo. Mostraban que nunca aceptaron el celibato como una cosa real. Para ellos, el celibato era una pura fachada. En una España carpetovetónica hacer burla de la Iglesia era una actitud de rebeldía. En muchos cuentos el cura anda siempre detrás de las mujeres del pueblo", concluye el autor.
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