"Se va notar hasta a la hora de comer"
El líder dice que su triunfo del domingo "aclara" la situación en el Astana y confía en que la polémica con Armstrong sea menor a partir de ahora
Gane o no, sea líder del Tour o no, a Contador le persigue la sombra de Armstrong. Él lo sabe y responde lacónico, tajante, con más fe que dureza. Él lo sabe porque traía la lección aprendida: "Antes de venir ya sabía que iba a ser un Tour duro tanto en la carretera como fuera de ella. Ya me esperaba esta presión y esta tensión psicológicas" respondía ayer, en la jornada de descanso, cuando uno del centenar de periodistas que acudieron a su rueda de prensa le volvió a preguntar por Armstrong.
Es difícil sacarle una mala palabra y un mal gesto a Contador, si acaso un poso de amargura por las extrañas circunstancias que le han tocado vivir. La victoria y el liderato en Verbier han suavizado un poco las tensiones, pero no las han destruido aunque él opina que ese triunfo "aclara un poco todo" y confía en que "ahora la polémica será menor". "Creo que se va a notar en todos los ámbitos del equipo, en la mesa a la hora de comer, en los entrenamientos o en la carrera. En todas las situaciones", asegura el líder del Tour.
Contador ya se ha acostumbrado a ese ritual que una y otra vez le interroga sobre su situación anímica y, sobre todo, sobre las relaciones que mantiene con Armstrong, el líder mediático del equipo. Él confía en el ciclista estadounidense y en el apoyo que le brindó ayer tras saberse definitivamente derrotado en Verbier: "Dijo que me iba a apoyar al cien por cien y, desde luego, yo creo en él".
La noche del lunes el ciclista de Pinto descansó "muy a gusto porque las diferencias fueron mayores" de las que esperaba. Y descansa también tranquilo respecto a la actitud de su equipo, en el que tiene "absoluta confianza".
Para Contador "la relación no es tan tensa como parece desde fuera". "Puedo terminar el Tour con este equipo sin ningún problema", añade. Pero el ganador del Tour 2007 y del Giro y la Vuelta en 2008 marca distancias cuando se le sugiere que puede ser un nuevo Armstrong, por su porvenir en el Tour y por su forma de correr: "Armstrong es Armstrong y Contador es Contador y somos ciclistas bastante diferentes. Sé que, de ahora en adelante, mi objetivo principal va a ser ganar el Tour, pero no olvido que yo disfruto con la bicicleta y para mí los entrenamientos, por ejemplo, no suponen ningún sacrificio, sino todo lo contrario".
Su gesto es serio, pero ya no tenso. El maillot amarillo que aun tenía ayer al mediodía guardado en la bolsa del Tour para el día siguiente ("aún no he tenido tiempo de desembalarlo, pero sé que está ahí, a buen recaudo") no sólo le ha dado la alegría del triunfo a Contador, sino que le ha rebajado la adrenalina de un recorrido que ha tardado mucho en adaptarse a sus condiciones.
Ahora le preguntan por el color de su gorra, por el gesto del disparo con el que celebra sus victorias, por la visita de su familia, también por la ausencia de noticias de dopaje en el Tour, -"es bueno que se hable sólo de lo estrictamente deportivo", se felicitó-, es decir, por lo que únicamente se pregunta a los vencedores.
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