"El cambio político en el País Vasco está encauzado"
"La convivencia que existe entre cántabros y vascos es excelente"
Solo y sin escoltas, puro en mano y paso decidido, Miguel Ángel Revilla entra en el 'Mesón del Bolo Montañés' sin perturbar la tranquilidad de los clientes habituales de esta tasca, situada a menos de doscientos metros del Parlamento cántabro. Como lo viene haciendo desde hace muchos años, y antes de las doce, cada vez que acude a la sede parlamentaria, le gusta tomarse en este bar un café cortado en vaso pequeño. Para él, los lugareños son todos conocidos, y el tuteo se impone, así como alguna que otra broma con los dos clientes acodados a la barra, con el dueño del local, y otros cuatro paisanos que se juegan a los dados la ronda de cafés. De las paredes cuelgan decenas de fotos y carteles de los distintos campeonatos, algunos remotos, del singular juego de bolos de esta región.
"Este 'lehendakari' es valiente y de convicciones firmes; no se arrugará"
"A Comillas llevamos una amplia agenda para iniciar una colaboración fluida"
"Con Ibarretxe la relación ha sido nula, pero por decisión propia"
"Le dije: mientras no haya libertad en tu tierra, no podemos tener relación"
Mientras regaña al periodista por haber pagado su consumición, y antes de traspasar la puerta del local para regresar a sus tareas, uno de los presentes le aborda, corta su paso, y con cara preocupada le lanza:"Presidente, esta mañana en la COPE, Federico Jiménez Losantos ha hablado mal de tí. Te ha puesto a parir". Con sorna y su mejor sonrisa, mordisqueando su habano, Revilla le contesta: "! Joder ! Me tranquilizas, y es un alivio. Me hubiese preocupado lo contrario, pensando que algo había hecho mal". La carcajada general se convierte, entonces, en despedida. Después de saludar en la calle a otros tres paisanos a los que se dirige por sus nombres, y darle otras cuantas caladas a su cigarro, Revilla se presta a la sesión de fotografía con humor. En cuanto se abren las puertas del Parlamento, y con sumo cuidado, sobre el alféizar de un gran ventanal de la fachada, coloca su puro, que recuperará hora y media más tarde. "Nadie lo toca", advierte satisfecho. En el interior del antiguo hospital San Rafael, renovado y convertido en sede parlamentaria desde 1987, está prohibido fumar: "Hay que dar ejemplo".
Tras una rápida visita al pequeño hemiciclo de 39 escaños, y al antiguo claustro convertido en espacio de exposiciones, Revilla se instala confortablemente en una de las butacas verde-oliva de su despacho funcional, sobriamente decorado con un grabado de Jesús Velasco, Las Des Presas de 1987, un gran retrato del rey, dos banderas, y algunas fotos de familia. El presidente se muestra dicharachero, habla rápido, incluso de forma vehemente cuando aborda temas conflictivos. Pero el inicio se centra en los recuerdos de su larga estancia en Bilbao, en donde reside de 1963 a 1969 para estudiar Económicas, y graduarse en Bolsa y Banca. En los primeros años universitarios es elegido delegado de curso, al sustituir a Joaquín Leguina, y, más tarde, delegado de facultad, cuando le gana las elecciones a Txabi Etxebarrieta.
"Son años convulsos" en los que conoce, entre otros, a Roberto Velasco, Patxo Unzueta, los hermanos Rincón, o Agustín Ibarrola. "A Txabi Etxebarrieta le conocí muy bien. Éramos compañeros de curso. Además yo residía en una pensión de la calle La Cruz, muy cerca de su casa en la plaza Brigadas de Navarra, (hoy plaza Unamuno), en donde vivía con su madre, su hermano José Antonio, el abogado, y su hermana pequeña. En época de exámenes venía a la pensión y yo iba a su casa a preparar las pruebas". Revilla recuerda también, cómo en una ocasión, cuando se fundó el Sindicato Libre de Estudiantes, Etxebarrieta y él se trasladaron a Madrid como representantes estudiantiles de Euskadi. Lo hicieron de noche en tren para acudir a una cita a las diez de la mañana en la cafetería Dólar, desde donde tenían que ser llevados a un piso, lugar de la cita clandestina. Nada más montar en el coche se dieron cuenta de la trampa, al ser trasladados directamente a la Puerta del Sol. Era la primera vez que el hoy dirigente cántabro viajaba a la capital, y esta aventura le acarreó posteriormente numerosos problemas cuando se le quiso vincular con ETA.
Con amplios detalles, Revilla se lanza a relatar otra anécdota que compartió con Xabi Etxebarrieta a la hora de pasar las pruebas físicas en el cuartel de Garellano para acudir a las milicias universitarias en Monte La Reina. "Él no estaba fichado como subversivo y yo, sí. Pero mi padre que era un hombre muy de derechas, falangista, tenía mucha amistad con el coronel Churriaque, y eso me salvó de ir a África que era el destino de los rebeldes. En Garellano", añade, "me acuerdo que Txabi fue incapaz de pasar la prueba física del salto del potro. Intenté prepararle. Me lo lleve a comer a la cafetería Lahar, un lujo para nosotros pues valía 25 pesetas, e incluso le hice beber una copa de Chinchón, -él no bebía nunca-, para que estuviese eufórico a la hora de la prueba por la tarde. Imposible. Fracasé como 'manager', y él, angustiado, estuvo pendiente de incorporarse a filas en África. Afortunadamente, semanas más tarde, creo que por problemas de vista y por pies planos, se libró de la mili".
Pocos meses más tarde se produce la tragedia y en Euskadi se inicia la triste lista de muertos. "Para mí fue una sorpresa terrible enterarme en Monte La Reina que Txabi, no sólamente era de ETA sino que le habían matado en Tolosa, después de que él matase a Pardines, el primer guardia civil víctima de un etarra. En esos momentos todo me pareció increíble. Fue horroroso".
Poco después, Revilla trabaja un año en la Bolsa en Bilbao, para trasladarse, a continuación, a su tierra, en donde dirige la sucursal del Banco Atlántico en Salvatierra de los Barros, antes de ser nombrado profesor en la Universidad de Santander. De ahí da el salto a la política y "se acabó la vida cómoda". Desde entonces su relación con el País Vasco es mínima y se centra, sobre todo, en los contactos con los hermanos de su padre y sus primos en Sodupe y Barakaldo, y a donde parte de su familia fue a parar hace más de cinco décadas cuando se produce el boom industrial vizcaíno. "Sigo manteniendo el contacto con ellos".
Su llegada a la presidencia de Cantabria le permitirá contactar con las autoridades vascas, pero esta relación se tornará casi imposible, provocando más de una anécdota tormentosa, en particular con el lehendakari Juan José Ibarretxe. "En mi trayectoria y mi concienciación política el País Vasco ha sido muy importante. Para darme cuenta de la necesidad de la descentralización, para luchar por nuestra Autonomía, y configurar a España en un Estado de las Autonomías. Eso lo entendí pronto, y por eso me cogí el coche y me recorrí mi tierra pueblo por pueblo, y la idea fue calando". Al presidente le acaba de salir, lo que sus adversarios le achacan a menudo, su vena populista e incluso algo mesiánica. Lo desmiente, afirmando que es hombre de profundas convicciones éticas y políticas que expone de forma clara y rotunda.
Pregunta. Mientras las relaciones entre cántabros y vascos es muy fluida, sabiendo que un fin de semana hay más vascos en Cantabria que cántabros, ¿cómo es posible que a nivel institucional y de presidentes no se hayan establecido unos mínimos contactos?
Respuesta. A nivel de presidentes, y con Ibarretxe, la relación ha sido nula, pero por decisión propia. Cuando nos veíamos nos saludábamos y el trato era correcto, incluso una vez me dijo que su máxima ilusión sería tener una reunión bilateral. Pero yo le dije muy claramente, delante del Príncipe y de los presidentes de Asturias, Navarra, La Rioja y Castilla León, en la reunión de Roncesvalles con ocasión del Año Compostelano hace dos años, que no podía ser, mientras en el País Vasco no se diesen las siguientes circunstancias: el día en que los no nacionalistas que se presenten a unas elecciones vascas, dejen de llevar escoltas y puedan hacerlo en libertad veremos. Es más, subrayé, que si en Cantabria quienes se presentan contra mi tuviesen que llevar escoltas, yo no me presentaría. También le llegué a decir: ¿Tú sabías que he ido el séptimo en una lista electoral en Llodio, y que no he estado en mi vida en tu pueblo?".
A continuación Revilla menciona que su partido manda 250 carnés de identidad de payeses para rellenar listas de candidaturas en pueblos como Renteria o Llodio para todos los partidos constitucionalistas que lo pidan. ¿Por qué? se pregunta el dirigente cántabro. "Porque entiendo que presentarse allí es una heroicidad. Hacer política defendiendo la Constitución en Euskadi es ser un héroe. Por eso le dije a Ibarretxe que era un ventajista". Ahora sí, en tono vehemente y disgustado, el presidente de Cantabria añade que también le mencionó al lehendakari el episodio que él mismo vivió hace tres años en las regatas de Hondarribia. Gran aficionado al deporte de las traineras, Revilla en esa ocasión y paseando con un amigo vasco por las calles de de Hondarribia, se fijó en numerosos carteles con la cara de una persona y una diana. Al entrar en dos bares a tomarse un par de vinos se toparon con los mismos carteles, por lo que Revilla le pregunta a su amigo "¿quién es y que reza el rotulo en euskera? Tú serás el próximo". Era por un concejal del PP o del PSE.
"Aquello me traumatizó. ¡Dios mío en que país vivimos! ¿Cómo es posible que se tolere esto y que en un establecimiento público se esté amenazando a un ciudadano? Entonces terminé diciéndole al lehendakari: Mira mientras no haya libertad en tu tierra no podremos reunirnos, ni tener relación. ¿Qué autoridad tienes tú para no prohibir radicalmente estos hechos como el de Fuenterrabia. Yo soy demócrata convencido y no acepto ese silencio vuestro".
P. ¿Y qué le contestó el 'lehendakari'?
R. El no decía nada, se callaba.
Hace cincuenta años nació ETA, y uno de sus tres primeros atentados lo sufrió Santander, cuando en diciembre de 1959, un artefacto artesanal estallaba en las instalaciones del diario falangista Alerta. Desde entonces Cantabria ha sido uno de los objetivos etarras, dejando un sangriento balance de muertos y heridos. Con indignación y tristeza el presidente cántabro recuerda varios de esos atentados que le tocó sufrir antes o durante su presidencia. Los enumera con detalle como el de la bomba cerca del Diario Montañés, con cinco muertos, el de la calle Vargas, el del aeropuerto, el de Santillana del Mar, los de Laredo, o el último mortal en septiembre del pasado año en Santoña, cuando le tocó recoger el cuerpo del sargento de brigada.
Sin embargo, Revilla, también, es de los que piensa que la organización está más débil que nunca, porque ya no tiene santuario, porque la actuación de Francia "es extraordinaria", y porque en ETA chavales de 25 años sustituyen a los históricos. "A ETA la veo peor que nunca y lo que ha ocurrido en Euskadi es importantísimo. Primero, porque la alternancia es buena en democracia, y segundo, porque se va a ser mucho más riguroso y beligerante en el tema de los violentos, y no se cuestionará las detenciones de etarras como se ha hecho durante mucho tiempo desde algunas consejerías del Gobierno vasco".
Todavía no se han cumplido los cien días y el presidente cántabro considera prematuro hacer un balance de la gestión del nuevo Gobierno vasco, pero sí suficiente para analizar el cambio político en Euskadi. Descartando las alegrías familiares, la aprobación del Estatuto de Cantabria, y su investidura a la presidencia de la Comunidad, Revilla reconoce que uno de los días más felices de su vida política lo vivió en Gernika cuando Patxi López juró su cargo en la Casa de Juntas. "Para mí era algo impensable semanas antes. Como era impensable ver allí a los responsables de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de las instituciones al lado de las dos banderas, con toda normalidad y sin los radicales. Al nuevo lehendakari no le conocía y le saludé. Tiene pinta de buena persona, es hombre valiente y de convicciones firmes. Hasta ahora ha sabido coger el toro por los cuernos, y no creo que se arrugue. El cambio político esta encauzado".
Es evidente que las dos comunidades inician una nueva etapa en sus relaciones, y el próximo viernes, en Comillas, se celebrará la primera cita, en donde el líder cántabro piensa "echar la casa por la ventana"" para recibir al lehendakari López. "Cuando fue elegido le pedí una reunión urgente, porque no podíamos perder esta oportunidad", afirma Revilla antes de repasar los problemas comunes a los dos territorios; desde el tema de la anchoa, el de la leche, la escolarización, la prestación de servicios, como el de la sanidad, el de las comunicaciones, el de medio ambiente o el tema de costas. "Llevamos una agenda muy amplia para abordar una colaboración fluida, porque a pesar de las malas relaciones con el anterior lehendakari, y de mi postura conocida y beligerante en el tema de la violencia y el terrorismo, la convivencia es excelente entre vascos y cántabros. Jamás ha habido problemas serios. La gente que viene lo hace en plan lúdico, y la que reside aquí busca tranquilidad y algo más de sosiego, y con más razón si está amenazada y tiene que trabajar en Euskadi con escolta".
P. Por supuesto, le regalará anchoas.
R. Sí, sí. Dos latas de las buenas para que se lleve a Euskadi. Allí también las hay excelentes, pero la cuna de la anchoa mundial es Cantabria donde tenemos 48 empresas dedicadas a ello. Por cierto que después de la absurda polémica mezclando trajes con anchoas, la mayoría de estos empresarios me han llamado para ofrecerme latas y pedirme que siga promocionando nuestro producto.
P. ¿Y qué espera que le traiga el lehendakari?
R. Euskadi tiene cosas maravillosas, pero también las tenemos nosotros. Tienen el queso Idiazabal y nosotros el Tres Visos. Tienen txakoli, y nosotros el Ribera del Asón, que es una gloria de vino blanco, elaborado con albariño y Chardonnay.
Pues se lo pone difícil al lehendakari.
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