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Tribuna:Laboratorio de ideas
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La ONU coge las riendas

Joseph E. Stiglitz

Mientras que, en Estados Unidos, las discusiones sobre los brotes verdes económicos siguen sin amainar, en muchos países, y especialmente en los que están en vías de desarrollo, los problemas están empeorando. En Estados Unidos, la crisis empezó con un fallo en el sistema financiero que rápidamente se tradujo en una ralentización de la economía real. Pero en los países en vías de desarrollo ha sido justo al revés: el declive de las exportaciones, la reducción de las remesas de dinero, la disminución de la inversión extranjera directa y las caídas en picado de los flujos de capital han llevado al debilitamiento económico. Como consecuencia, hasta los países con buenos sistemas reguladores tienen que hacer frente a problemas en sus sectores financieros.

El G-20 se centró en la evasión de impuestos, pero en la conferencia de la ONU entró también la corrupción

El 23 de junio, una conferencia de Naciones Unidas que analizó la crisis económica mundial y su impacto en los países en vías de desarrollo llegaba a un consenso tanto sobre las causas de la crisis como sobre los motivos por los que estaba afectando hasta ese punto a dichos países. La conferencia esbozó algunas de las medidas en las que debería pensarse y creó un grupo de trabajo para explorar las posibilidades futuras, posiblemente con el asesoramiento de un grupo de expertos recién creado.

El acuerdo se salió de lo habitual; al establecer lo que, en muchos sentidos, es una exposición más clara de la crisis y lo que es necesario hacer aparte de lo propuesto por el G-20, la ONU ha mostrado que la toma de decisiones no tiene que limitarse a un club autoelegido sin legitimidad política y en su mayoría dominado por quienes han tenido una responsabilidad considerable en el origen de la crisis.

De hecho, el acuerdo demuestra el valor de un planteamiento más inclusivo (por ejemplo, haciendo preguntas clave que, desde el punto de vista político, podrían ser demasiado delicadas para que las planteasen algunos de los países más grandes, o señalando problemas que son habituales para los más pobres, aunque sean menos importantes para los más ricos).

Se podría haber pensado que Estados Unidos habría asumido una función de liderazgo, dado que la crisis se originó en ese país. De hecho, el Tesoro de Estados Unidos (incluidos algunos funcionarios que actualmente son miembros del equipo económico del presidente Barack Obama) fomentó la liberalización del capital y del mercado financiero, lo que tuvo como consecuencia la rápida propagación de los problemas estadounidenses al resto del mundo.

Aunque hubo menos liderazgo estadounidense de lo que uno habría esperado, y supuesto, dadas las circunstancias, muchos participantes se sintieron sencillamente aliviados al ver que Estados Unidos no ponía impedimentos para alcanzar un consenso mundial, como habría sucedido si George W. Bush todavía fuese presidente.

Se podría haber esperado que Estados Unidos fuese el primero en ofrecer grandes sumas de dinero para ayudar a las muchas víctimas inocentes de las políticas que el país había defendido. Pero no fue así, y Barack Obama tuvo que pelear mucho para sacarle al Congreso incluso unas cantidades limitadas para el Fondo Monetario Internacional.

Pero muchos países en vías de desarrollo acaban de liberarse de la carga de sus deudas y no quieren pasar por eso otra vez. La consecuencia es que necesitan subvenciones, no préstamos. El G-20, que ha recurrido al Fondo Monetario Internacional para proporcionar la mayoría del dinero que los países en vías de desarrollo necesitan para afrontar la crisis, no ha tenido esto en cuenta suficientemente; la conferencia de la ONU, sí.

El asunto más delicado que se trató durante la conferencia de la ONU (demasiado delicado para discutirlo en el G-20) fue la reforma del sistema de reserva mundial. La acumulación de reservas contribuye a los desequilibrios mundiales y a una demanda total mundial insuficiente, ya que los países ahorran cientos de miles de millones de dólares como precaución ante la inestabilidad mundial.

No es sorprendente que a Estados Unidos, que ingresa billones de dólares gracias a los préstamos de los países en vías de desarrollo (ahora casi sin interés), no le entusiasmase demasiado este debate.

Pero, le guste o no a Estados Unidos, el sistema de reserva del dólar se está deteriorando; la única pregunta es si pasaremos del actual sistema a otro alternativo de manera desordenada, o de una forma más cuidadosa y estructurada. Quienes ahora poseen grandes cantidades de reservas saben que acumular dólares es un mal negocio: poco o ningún beneficio y un alto riesgo de inflación o devaluación de la moneda, cosas que reducirían el valor real de los ahorros.

El último día de la conferencia, mientras Estados Unidos expresaba sus reservas ante el mero hecho de debatir en el marco de la ONU este asunto que afecta al bienestar de todos los países, China repetía una vez más que había llegado la hora de empezar a trabajar en una moneda de reserva mundial. Dado que la moneda de un país sólo puede ser una moneda de reserva si otros están dispuestos a aceptarla como tal, puede que al dólar se le esté agotando su tiempo.

El debate sobre el secreto bancario fue muy representativo de las diferencias entre la conferencia de la ONU y la del G-20: mientras que el G-20 se centró en la evasión de impuestos, la conferencia de la ONU también abordó la corrupción, que algunos expertos afirman que genera unos flujos de salida de capital desde los países más pobres que son mayores que los flujos de la ayuda extranjera que reciben.

Estados Unidos y otros países industrializados han fomentado la globalización. Pero esta crisis ha demostrado que no han gestionado la globalización tan bien como deberían. Si queremos que la globalización funcione para todos, las decisiones sobre la manera de gestionarla deben tomarse de una manera democrática e inclusiva, con la participación tanto de las víctimas de los errores como de quienes los cometen.

La ONU, a pesar de todos sus fallos, es la institución inclusiva internacional por excelencia. Esta conferencia de la ONU (como otra anterior sobre financiación para países en vías de desarrollo) ha puesto de manifiesto la función que la ONU debe desempeñar en cualquier discusión mundial sobre la reforma del sistema financiero y económico mundial. -

(C) Project Syndicate, 2009.

Taducción de NewsClips.

Joseph E. Stiglitz, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia, encabeza una comisión de la ONU que estudia reformas del sistema monetario y financiero internacional.

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