El Ivanov de siempre
Hace 15 años Ivanov se fue solo camino de la victoria en la etapa que terminaba en Estella, en la Vuelta a Navarra amateur. Aquel día no ganó, pero demostró que además de ser el más fuerte tenía carácter; y un don escaso, el de saber ganar. Hace ocho años lo demostró en el Tour, en Aix les Bains, dejando de rueda en los kilómetros finales a David Etxebarría, otro con el mismo don. Ayer hizo lo mismo en Besançon, atacando a sus compañeros de fuga a más de 10 kilómetros de la meta.
Todos sabemos que hay que atacar cuando todos los demás van reventados. Él, además de saberlo, lo hace, mientras que la mayoría nos conformamos con pensarlo. Lo hizo ayer. Atacó en un tramo favorable, en ligera bajada, pero el repecho anterior lo habían subido de ataque en ataque y allí cada uno mostró sus cartas. Él estaba atento, esperando el momento, y cuando lo vio se fue hacia delante sin importarle lo que faltaba para la meta, sabiendo que, una vez que soltase a sus rivales de rueda, sería muy difícil que le alcanzasen. Así lo lleva haciendo durante años con irregulares pero notables resultados.
Todavía recuerdo el repaso que nos metió Ivanov a todo el pelotón amateur en aquella Vuelta a Navarra del año 1995. Y seguro que, de los que andábamos por allí, no soy el único que lo recuerda, porque se nos quedó una buena cara de tontos ante tal exhibición. Vinieron desde Rusia por carretera apiñados en sus destartalados Lada Samara para correr varias pruebas en España. Decían que eran jóvenes, pero recuerdo que Ivanov ya gastaba la cara de veterano que aún tiene. Era el líder de la carrera tras aguantar con los mejores en una llegada en alto, y de machacar en la contrarreloj. Pero el día de Estella, con el viento lateral soplando, varios equipos organizamos un abanico después del puerto de Etxauri, donde su equipo se había desgastado por completo. Cerramos cuneta dando relevos a tope y no, el líder no se quedaba aunque estaba aislado. No obstante, seguíamos a ver si el desgaste causaba efecto.
Pero en una de éstas, el líder, o sea Ivanov, se cruzó al lado contrario de la carretera; y él solo, cara al viento, fue remontando hasta ponerse en paralelo a nosotros. Nos echó una mirada desafiante y siguió unos cuantos metros hasta alcanzar cierta ventaja. Entonces se cruzó a nuestro lado, se dejó alcanzar y cuando llegamos a su altura volvió a mirar hacia atrás como diciendo a todos los que nos afanábamos en descolgarle: ¿Es todo lo que sabéis hacer? Desistimos humillados y poco pudimos hacer para impedir su victoria final. Ese año le conocimos, pero ya nos quedó claro que este ruso era duro de pelar.
Y ahí sigue 14 años después, jugando con las mismas armas. Victoria merecida y luchada hasta el último metro. A Hincapié, por cierto, le quisieron mandar un regalo en forma de maillot amarillo, pero fue como cuando mandas unas flores por un aniversario y te equivocas con la fecha. Mala suerte George, pero muy goloso era el pastel para que otros no peleasen por él.
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