El bebé republicano
La madre de Gabriel Toimil fue fusilada por los franquistas tras dar a luz por ser "roja y revolucionaria"
En 1937, en plena contienda civil de España contra España, un tribunal militar la condenó a muerte por "roja y revolucionaria" en un proceso "plagado de irregularidades". Estaba embarazada. No hubo clemencia, sólo cárcel. El 31 de octubre, Amada García Rodríguez alumbró a su hijo en el hospital de Caridad de Ferrol. El único varón de tres hermanos. Le llamó Gabriel, como el padre, Gabriel Toimil. Amada sólo viviría 88 días más, lo justo para amamantar brevemente al recién nacido. El 27 de enero de 1938 moría fusilada contra el muro del castillo de San Felipe, en la bocana de la ría. Cuentan que sostuvo en brazos a su hijo hasta el último minuto. Otros presos se ofrecieron a morir en su lugar. Los mandos fascistas no se ablandaron. Las manos de los verdugos no temblaron al fulminarla contra el paredón. Tenía 27 años.
"Desterraron a dos curas que trataron de ayudarla", recuerda su hijo
En un pequeño bote de pescadores, su padre, su esposo y su hermana se alejaban remando de la fortaleza militar hacia el otro lado de la ría, con el bebé enroscado en una manta. Aquel niño, Gabriel Toimil García, tiene hoy 72 años y una salud delicada. Es el testigo y la memoria viva de Amada, madre, esposa, mujer y republicana.
"La acusaron de bordar una bandera comunista que guardaba en casa", explica su hijo. Era falso. Fue otra mujer a la que los franquistas indultaron. El delito de Amada consistió en ser una activista valiente y una buena oradora. Cuenta que la denunciaron por recelos y envidias, "engañando" a vecinos analfabetos a los que obligaban a firmar declaraciones "inventadas". "Uno quiso retirar la acusación, pero lo amenazaron, incluso desterraron a dos curas que trataron de ayudarla", recuerda Gabriel.
Su padre fue encarcelado y se crió en Mugardos, junto a sus abuelos maternos, un pescador y una redeira. Cuenta que su familia le relató una mil y veces el tortuoso camino de vuelta, y el estruendo de la descarga de los fusiles en mitad de la ría.
Siete décadas después, Gabriel Toimil no olvida y con la ayuda de la Asociación de la Memoria Histórica Democrática de Ferrolterra buscó y rebuscó entre los laberínticos archivos militares de la ciudad naval para rescatar su tragedia familiar. El castillo de San Felipe es hoy un reclamo turístico y el Ayuntamiento, cuando gobernaban BNG y PSOE, dedicó a Camilo José Cela la plazuela que sus familiares pedían para Amada García.
En su casa de Caranza, Gabriel guarda con celo el extenso proceso del consejo de guerra que sesgó la vida de Amada García. Centenares de folios plagados de acusaciones y falsos testimonios que sirvieron a los fascistas para sentenciar a su madre y a otros 37 vecinos. También una carta escrita a lápiz por Amada a su esposo desde la prisión ferrolana donde señala, uno por uno, a sus delatores y sus motivos. Junto a su madre, los militares franquistas llenaron de plomo a otros siete vecinos de la comarca: el maestro Ángel Roldós, Juan José Teijeiro Leira, José María Montero Martínez, Antonio Caniña, Ramón Rodríguez López, Jaime González Pérez y Germán López García.
Ferrol quedará para la historia como la cuna del dictador Francisco Franco, pero también es una de las comarcas donde la represión franquista fue más sanguinaria y cruenta, aseguran desde la asociación. En tan sólo dos días, los rebeldes sublevados juzgaron a 45 personas en Ares y Mugardos. 37 fueron condenados a muerte por un consejo de guerra en las causas 42/37 y 379/37. Así hasta sumar 2.708 ferrolanos, 2.615 hombres y 94 mujeres. El presidente de la Asociación de la Memoria Histórica Democrática de Ferrol, Manuel A. Fernández Pita, lleva diez años contando muertos en fosas y cunetas para elaborar un censo de represaliados en la comarca.
Esta diminuta asociación, con tan sólo 15 miembros "aunque muy activos e implicados", nació en Ferrol en 2000, contra "el pecado del olvido", explican parafraseando al investigador judío Simon Wiesenthal. Agrupa a historiadores, víctimas y familiares del franquismo que quieren "vivificar y dignificar el recuerdo de sus seres queridos, tratados como criminales y condenados como bandoleros por sus ideales".
El historiador Enrique Barrera asegura que se movilizaron contra "una tendencia a revisar la historia de la dictadura que negaba la evidencia por parte de historiadores Pío Moa y partidos como el PP". Desde su sede en el Ateneo ferrolano indagan en los archivos, recogen testimonios, organizan charlas y congresos, escriben blogs y se autofinancian a través de sus publicaciones.
"Los cementerios están llenos de personas pequeñas, anónimas, que merecen recuperar esas memorias. Cada historia tiene pinceladas de la brutal represión ejercida por el Régimen y las terribles consecuencias que tuvo sobre sus familias", asegura el presidente de la Asociación de la Memoria Histórica Democrática de Ferrol.
Al igual que sus "hermanos mayores" de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), el colectivo ferrolano trabaja para localizar fosas y exhumar cuerpos para identificar a las víctimas. Sospechan que hay dos junto a las playas de Vilarrube y Valdoviño, donde yacen varios vecinos "paseados" por los falangistas desde el campo de concentración de Cedeira. Buscan otra en el Eume, y se sirven de la tecnología con un georradar, un instrumento que permite "radiografiar" la tierra en vertical. Los restos todavía no aparecen, pero no se rinden: "Con poco hacemos mucho. Es nuestra asignatura pendiente y no pararemos hasta dignificar a esas víctimas".
Sabotaje a Hitler
Felipe Noguerol sobrevivó al campo de concentración nazi de Sachsenhausen a donde fue deportado desde Túnez. Era marino de guerra en la II República y acabó siendo el "esclavo" de Hitler en una fábrica de motores de aviación. Él y otros trataban silenciosamente de sabotear la producción para abatir a los pájaros de la Luftwaffe, la fuerza aérea del III Reich. Otro oficial, Plácido Carro, fue acusado de sedición en 1936 por el fiscal Luciano Conde-Pumpido, abuelo de Cándido Conde-Pumpido -actual Fiscal General del Estado-, que ratificó muchas de las condenas a muerte dictadas por los tribunales de Franco. Son algunos de los 17 relatos que la Asociación de la Memoria Histórica Democrática recoge en Retallos da Memoria, editado en dos volúmenes en junio de 2007 y 2009. Recuerdos, vivencias y cartas que rememoran a "un héroe olvidado" como Rudesindo Díaz, asesinado en Narón en 1953 por ayudar a escapar a Pancho -"el último guerrillero"-, en boca de Celia, hermana de Siro López. Pancho sería emboscado y acribillado a balazos tiempo después.
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