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DESDE MI SILLA DE RUEDAS | TOUR 2009 | Tercera etapa
Columna
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Abanicos enlazados

El viento nunca sopla a gusto de todos. Gran verdad. Menos aún si estás corriendo el Tour de Francia y el pérfido viento convierte lo que de salida era una etapa de transición en un día de los decisivos. No parece ser el caso, pues los 41 segundos perdidos por el pelotón no deberían de marcar la diferencia entre los primeros en París. Pero el miedo ya ha quedado metido en el cuerpo de alguno. Y los argumentos para la polémica también, sobre todo en el caso del Astana y su no admitido liderato bicéfalo. Ayer los corredores llegaron al autobús con la cabeza baja; no todos, pero sí la mayoría. Y a todos les esperaba la misma pregunta; la que se repetía en cada una de esas casas rodantes, en varios y diversos idiomas, siempre señalando a un hecho y momento concreto: ¿Se puede saber dónde estabas tú cuando se ha liado?

A todos los corredores les esperaba la misma pregunta: ¿Se puede saber dónde estabas cuando se ha liado?
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El corte del bordillo

Un abanico que lleva a otro, van enlazados. El abanico que crearon los Columbia sobre sus bicicletas lleva a otro abanico, mucho más amplio y más divertido, que es el de las excusas. "Yo es que acababa de bajar a coger agua, por eso estaba en cola", dice uno que, por una vez, lleva toda la razón. "Ya, si ya lo sé", le dice el director, "si en tu caso todo ha sido cuestión de mala suerte". "Nosotros íbamos casi todo el día juntos y en cabeza, pero justo en ese momento nos hemos despistado un poco, hemos llegado a un punto en el que en mitad de la carretera había una isleta central, y al frenar por precaución se nos han metido corredores por un lado y por otro y hemos perdido la buena posición. Y justo ahí se giraba a la derecha y se ha liado, y cuando hemos conseguido juntarnos ya era demasiado tarde, el corte ya estaba hecho".

Y ese director que no escucha mientras rumia y repite algo ininteligible, pero que todos saben lo que quiere decir: "Si es que no es posible que esto sea cierto, os estaba avisando yo por la radio".

A mí no se me olvidará nunca mi primer encuentro con los abanicos, en una carrera de aficionados con la selección vasca, siendo aún juvenil. Era en La Rioja. "Aquí siempre dejan las ventanas abiertas y hay mucha corriente", nos decía nuestro seleccionador, "así que muy atentos chavales". Yo recuerdo que atento estaba, pero la experiencia es un grado, y yo entonces no tenía ninguna. Y se lio y yo me quedé cortado y conmigo mis compañeros; pero no en el segundo abanico, sino en el cuarto o quinto. Y más atrás no porque no había; si no, por allí hubiera estado. Y claro, al cruzar la meta, la reprimenda: "Si es que ya os había avisado yo, pero no, ni caso, pues que sepáis que si queréis ser algún día corredores ya podéis ir aprendiendo rápido, porque esta vez os ha pillado con los pantalones bajados. Sí, no os riáis", dijo viendo la sonrisa de alguno, "peor aún, os ha pillado cagando y sin papel".

Y de ese día me acordaba yo ayer cuando veía las caras en el pelotón al cruzar la meta. "Ya habéis visto donde ha entrado Cavendish, ¿no? ¿Por qué no estabais con él? ¿Y todo su equipo, habéis visto donde iba todo su equipo? ¿Y Armstrong? ¿Y el líder? Todos, todos adelante menos vosotros". Y los corredores callados. Sabiendo que no, que no eran todos, que eran apenas 25, pero que ellos también deberían haber estado allí. Pero ya es casualidad que, justo en el momento en el que cambió el viento, por allí no estaban.

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