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Reportaje:

"El mundo pasa por mí"

La fadista Mísia lleva a Córdoba 'Ruas', su último trabajo, en el que plasma su viaje musical por el planeta

El viernes en Madrid. El sábado en Barcelona. Ayer en Córdoba. Por la mañana, a Mísia le saca del sueño un despertador con un mensaje grabado: "Estás en tal ciudad. En tal hotel. El cuarto de baño lo tienes a la derecha". Un artilugio ideal para alguien como ella, que lleva dos décadas viajando por todo el mundo, empapándose de culturas que terminarán reflejándose en sus discos. Como el último, titulado Ruas, calles, en portugués. Un trabajo dividido en dos bloques (Lisboarium y Tourists) que presentó anoche en el Teatro de la Axerquía, dentro del Festival de la Guitarra de Córdoba. Una obra que sirve de guía de viajes para seguir los pasos de esta cantante: Turquía, Japón, México... Y, desde luego, una parada muy especial en Lisboa.

"Están muy bien los puristas. Pero el fado, como el flamenco, es de todos"
"Estoy tan tranquila, que no he tenido miedo de hacer algo inesperado"

"Desde Córdoba soñamos, el público y nosotros, la ciudad de Lisboa. Es como una ensoñación, una visita onírica a la ciudad. Con sus sonoridades, no sólo del fado, sino también las de las ex colonias como Cabo Verde, con una morna [canción típica de la ex colonia portuguesa]; también las músicas tradicionales de los bares de Lisboa, muy animadas. En definitiva, es como una visita al imaginario de la ciudad", explica Mísia acerca del primer bloque del concierto, Lisboarium.

La segunda parte, Tourists, esconde joyas que son verdaderas sorpresas para los seguidores de la artista. Canciones de Ian Curtis, el líder de Joy Division muerto en 1980, cuando tenía 23 años, letras en japonés, en turco... Y con un guitarrista excepcional, Jeffrey Burton, que alterna su guitarra eléctrica entre sus conciertos con Iggy Pop y con Mísia. "Lo que para mí es fantástico", ríe la cantante. "Es una energía muy diferente de la energía del fado".

Cuando está de gira, hacerle una entrevista a Mísia no es nada fácil. Salta de los escenarios a los trenes o a los aviones. Y vuelta a escena. Y el poco tiempo libre que le queda, lo aprovecha para descansar. La conversación se mantiene, por tanto, telefónicamente, horas antes de actuar en Barcelona. Una ciudad que le resulta más que conocida. Mísia nació en Oporto, hija de un portugués burgués y una española artista. Su infancia la pasó en su ciudad. Pero no la juventud, que la transita en Barcelona, donde conoce los cabarés del Paralelo. Más tarde, se muda a Madrid, en tiempos de la movida y su agitada vida cultural.

De vuelta a Portugal, comenzó a interesarse por un género, el fado, que se identificaba todavía con los años de plomo del dictador Salazar. "Empecé a moverme en el universo del fado en 1990, cuando no estaba de moda. Tuve el privilegio de hacer un tipo de fado para el que, cuando empecé, no había público. Ese es el mayor gusto que puede tener un artista, crear un público".

Su investigación del género musical portugués por antonomasia la realizó teniendo en cuenta su propia heterogeneidad. "Respeto mucho la tradición pero, realmente, la tradición en el fado ha sido siempre el cambio. Algunas personas tienen dificultad para comprender que es una canción urbana", explica. "El fado siempre ha sido de ciudad e intrínsecamente se renueva porque da y recibe influencias. Está muy bien que haya puristas, pero también que haya personas que estén más allá del género, que tienen su forma personal de interpretar. Y el fado, como el flamenco, es de todos", continúa.

Cuando el fado se generalizó en Portugal, Mísia empezó a hacer otras cosas. Sus trabajos dieron un giro a nuevos colores "Mi disco Canto era el disco de la música de Carlos Paredes. Después, Drama box contaba la historia de una mujer que vivía en un hotel y cantaba músicas muy excesivas, como el tango, el fado y el bolero".

El camino ha desembocado en el complejo universo de Ruas. "Estoy tan tranquila que no he tenido miedo en hacer algo que es muy inesperado. Incluso para mí. Y creo que es porque la vida me ha enseñado que no hay que tener miedo".

Mísia, como el fado, se sigue dejando influir. Sus idas y venidas son casi como una herramienta de trabajo. "Sigo viajando. Tourists es el reflejo de estos 19 años de viaje". Y la cantante, en su periplo, se ha dado cuenta de algo importante. "El mundo pasa por mí", afirma.

Y se explica: "Yo, cuando viajo, soy como una esponja, me gusta investigar las culturas de los otros países. Y también me gusta encontrar en ellas signos de mi propia cultura. Paso por el mundo, pero el mundo pasa por mí, me transforma. Y la prueba es este disco". La prueba es Ruas.

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