La señora
En España somos muy dados a la testiculina. Gusta mucho todo eso de echarle un par, de "a ver si entra uno con dos cojones y lo arregla tó" que cantaba la chirigota. Deben ser casi 200 años de asonadas militares que en España siempre se está a la espera de que llegue alguien enérgico que adopte medidas drásticas. Ya se sabe que los espadones cuando llegan pasan por las armas o meten en la cárcel adversario, todo para salvar a la patria y todo de manera contundente. De entonces queda eso de echar muchos cojones. Quizás de ahí han sacado su expresión Antonio Sanz y Diego Valderas. Ambos han coincidido esta semana en la necesidad de dar un puñetazo en la mesa. No creo que hablen en el sentido literal de la expresión porque liarse a mamporros con un mueble suele resolver poca cosa. En el sentido metafórico se referirán a echarle un par, al estilo enérgico que necesita, a su entender, este momento de la negociación sobre la financiación autonómica. Un puñetazo en la mesa produce ruido y da una sensación bárbara. Cosa distinta es que sirva para conseguir más dinero. Si de lo que se trata es de dar puñetazos eso lo hace cualquiera. En realidad lo que hace falta es poner encima de la mesa argumentos que convenzan al Gobierno de España y persuadan al resto de las comunidades autónomas . Y por ahí la cosa es algo más complicada porque cada uno es cada uno con sus cadaunadas, como en el aforismo clásico. Cada comunidad tiene sus intereses, sea que se pondere la renta, la insularidad, la dispersión o lo que fuere. Pero hay algo que nos debería obligar a todos :que todos los españoles somos iguales y por tanto la población debería ser el factor fundamental para establecer la financiación. Luego se podrá determinar la población escolar, la mayor de 65 años o cualquier otro índice. Pero señalar la renta como elemento de cálculo es reaccionario, lo diga la Generalitat, lo diga la vicepresidenta Segunda o lo diga el Estatut. Dar más a quien más tiene es un robo a las arcas del Estado. No hace falta dar ningún puñetazo en la mesa, basta aplicar la Constitución y el sentido común. Pero parece que los resultados electorales en Cataluña y la calculada estrategia del tripartito catalán está dando sus frutos. La salida de Solbes y la llegada de Elena Salgado al Ministerio de Economía parece que beneficia los puntos de vista del gobierno catalán. De ahí todas las intervenciones de estos días de José Antonio Griñán, Luis Pizarro o Carmen Martínez Aguayo. Nadie parece conocer las cifras pero todos los dirigentes políticos del Partido Socialista y de la Junta han subido el tono de sus intervenciones hasta el punto de que la vicepresidenta del Gobierno ha pasado a ser la señora ministra. Antes, dentro del PSOE, se decía ministra o vicepresidenta a secas o se decía compañera, si se quería usar el argot clásico del partido. Ahora es La Señora, que al parecer no tiene tiempo para ponerse al teléfono ante las llamadas de la Junta. La Señora está ocupada, a lo que se ve. De manera paralela a Chaves le han hecho un aclarado de categoría, si se me permite el símil baloncestístico. Ya le despejaron de competencias el ministerio cuando se fue a Madrid y ahora parece que Rodríguez Zapatero prefiere para que negocie la financiación a La Señora, término por otra parte que ella misma se aplicaba hace años para contarnos su edad, su formación, su estatus y su distinción. O al menos así se veía ella misma y así parecen verla sus compañeros de partido en Andalucía. Una señora que no tiene tiempo para servir de interlocutora con la Junta de Andalucía ni con el PSOE de Andalucía de ocupada que está. Si el sentido común no lo remedia da la sensación de que el PSC está ganando la partida. Ya la ha ganado en términos políticos, porque se ha establecido una negociación bilateral Estado-Cataluña, como ellos dirían. El resto de comunidades están a la espera del resultado de ese debate para ver qué les corresponde a cada uno. En estas condiciones es lógico que el PP alce la voz.
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