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Entrevista:ALMUERZO CON... EMILIO SÁNCHEZ ULLED

"La ley es la única garantía que tienen los débiles"

"Yo necesito la proteína, no puedo desperdiciarla. Quedamos donde se pueda comer carne", sugiere para escoger el restaurante. De ahí que acabe siendo un asador. Emilio Sánchez Ulled (Lleida, 1965) ha sido elegido hace unos días presidente de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), que agrupa a 249 de los 2.000 fiscales que hay en España. Su imagen rompe el estereotipo de ese hombre malhumorado que sólo persigue meter a la gente en la cárcel, "y también la del tonto al que siempre engaña el abogado Perry Mason", añade. "Los fiscales somos los grandes desconocidos del sistema judicial, y lo poco que se sabe es por las películas americanas", dice.

"El entrecot, casi vivo", advierte al camarero al elegir el segundo plato. De primero toma más carne, en forma de empanada criolla. "Como muy despacio, lo reconozco". Casi con el mismo sosiego con el que interroga a los acusados en las salas de vistas. Tras 15 años de profesión, no ha renunciado a hacer guardias de 24 horas cuando le toca. "Por el dinero y por no perder el contacto con la realidad", explica. Y es que en los últimos años ha perseguido desde la Fiscalía Anticorrupción casi todos los casos más sonados de delincuencia de cuello blanco, principalmente en Cataluña.

El presidente de los fiscales progresistas defiende la "visión social" de su trabajo

La textura ensangrentada del entrecot delata su gusto, igual que el brillo de sus pupilas cuando se habla de sus convicciones. "Lo progresista es defender la ley, porque ésa es la única garantía que tienen los débiles. Los poderosos se las componen solos". Pero la ley no se aplica siempre igual. "Las leyes son interpretables y los fiscales progresistas aportamos una visión social que se concreta en la persecución de la delincuencia económica, la protección de los menores o la lucha contra la siniestralidad laboral", explica imperturbable.

"No me gusta el dulce", anuncia a la hora del postre para no romper la moderación con la que transcurre el almuerzo: una cerveza mediana compartida, una jarra de medio litro de vino de la casa, un vaso de agua y directamente al café, deferencia del local.

Reconoce sin reparos que nunca podría trabajar de abogado, "porque soy incapaz de rendir pleitesía al cliente", y defiende su independencia profesional. La misma que empleó la UPF, dice, para censurar con dureza al entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo, un antiguo asociado. Y la que ahora utiliza Sánchez Ulled para reconocerle un mérito. "En un país en el que no dimite nadie, tuvo un gesto muy digno". A partir de ahí afloran las comparaciones, sin citarlos, con otros cargos públicos que llevan semanas en las portadas. "Es escandaloso que digan que se ha de respetar la presunción de inocencia para no exigirles responsabilidades políticas. Son cosas distintas", precisa.

Insiste en pagar la cuenta, pero acaba renunciando al admitir que la asociación, de la que también es portavoz, no asume ese coste. Y tras la sesión de fotos en una esquina muy discreta, Sánchez Ulled se marcha a recoger del colegio al mayor de sus tres hijos de corta edad. "Antes de volver con los papeles, estaré una parte de la tarde ocupándome de ellos", en otro gesto que rompe la imagen del fiscal al uso. "Lo ves como necesito la proteína", remata.

Sánchez Ulled quería ser astronauta cuando era niño.
Sánchez Ulled quería ser astronauta cuando era niño.MARCEL·LÍ SÀENZ

Los Años Locos. Barcelona

- Provoleta: 7,39 euros.

- Empanada criolla: 5,57.

- Dos entrecots: 32,10.

- Bebida y pan: 13,38.

- Sorbete de limón: 5,13.

Total con IVA: 63,57 euros

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