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Reportaje:Agenda

Manet llega de invitado

El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone la pintura 'El niño de las cerezas' - El cuadro ha sido prestado por la Fundación Gulbekian

En los últimos ocho años la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao ha recibido préstamos temporales destinados a mostrar el trabajo de artistas sin representación en sus salas o a completar aspectos concretos de su recorrido histórico. El programa La obra invitada ha permitido exponer obras de Richard Serra, Picasso, Van Dick, Zurbarán, El Greco, Sorolla, Tintoretto, Artemisia Gentileschi, Paret, Fortuny, Joaquim Mir y Hockney, entre otros. Arte antiguo y contemporáneo, pinturas, esculturas y hasta tapices, que han sido cedidos por otros museo o coleccionistas privados. Desde ayer cuenta con El niño de las cerezas una obra de juventud de Édouard Manet (París, 1832-1883).

La obra fue adquirida por la colección portuguesa en 1910
El adolescente que sirvió de modelo se suicidó en el taller del artista

La pintura de Manet, el pintor que impulso la transición del realismo al impresionismo, es el préstamo número 27 de La obra invitada. El retrato ha sido cedido por la Fundación Calouste Gulbenkian, de Lisboa. Por tres meses, el Museo de Bellas Artes incorpora a su colección la obra de Manet, un artista sin representación en sus fondos.

El niño de las cerezas es el sencillo retrato de un adolescente realizado hacia 1858-1859, al que Manet unió la representación de una naturaleza muerta compuesta por cerezas. El cuadro, influido por Caravaggio y la pintura holandesa de género del siglo XVII, sigue la tradición realista, con un muro de piedra que delimita el espacio de la composición. En el realismo de la composición, explica la conservadora de la colección Gulbenkian, Luisa Sampaio, aparece el rasgo de modernidad de "la representación de lo cotidiano" en la pintura.

La inocente imagen del cuadro arrastra una historia dramática. El modelo de Manet fue Alexandre, un chaval de origen humilde que trabajaba en el estudio del artista. A los 15 años, Alexandre se suicidó en el taller, cuando el retrato con las cerezas estaba aún inacabado.

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El trágico contexto en el que fue creada la obra sirvió de inspiración a Charles Baudelaire para escribir un cuento dedicado a Manet, que fue publicado en Le Figaro en febrero de 1864. Baudelaire relata que Manet descubrió a su modelo - un "hombrecito" que presentaba "singulares crisis de tristeza" y con un "inmoderado gusto por el azúcar y el licor"- ahorcado en el saliente de un armario. Impresionado por la muerte del muchacho, el pintor decidió entonces mudarse y acabar la pintura un nuevo taller. También la pintora Berthe Morisot, cuñada de Manet, recoge el suicidio del modelo en un cuaderno de apuntes en el que se refiere al cuadro.

La pintura perteneció al hermano del artista, Eugène Manet, el esposo de Morisot, y fue adquirida por la fundación portuguesa en 1910.

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