La abuela de los títeres
El grupo La Tía Norica restaura sus piezas y prepara estrenos
A la Tía Norica le ha cogido el toro. Es literal. La protagonista de una de las compañías de títeres más antiguas de España ha vuelto a ser pillada por un astado, argumento principal del sainete que acaba de ser recuperado por quienes se encargan de mantener la tradición de las marionetas en Cádiz. Han pasado 50 años desde que, tras varios años de auge, los títeres de la Tía Norica fueron guardados en un cajón. En 1974 se recuperaron pero todavía hoy los achaques de la edad no perdonan. Un laborioso trabajo de restauración permitirá estrenar nuevo argumentos, mejorar las piezas e introducir innovadores personajes.
En un Cádiz revolucionario y protagonista de la Historia nació en 1815 la compañía estable de la Tía Norica, con teatro propio. Entonces la ciudad acogía con entusiasmo las enormes variedades que permitían las artes escénicas y las diversiones más populares. Los títeres triunfaron entre los aficionados y se mantuvieron, con sólo algunos breves altibajos, hasta 1959, cuando los espectáculos pararon durante 15 años. Autores de prestigio como José María Pemán o Bartolomé Llompart apoyaron su recuperación y asistieron a su reestreno en 1974. El público gaditano volvía a tener a sus marionetas, ahora envueltas en un halo de producto emblema de la capital gaditana, un símbolo que no se debía perder.
Desde 1985, la familia Bablé recibió el encargo de conservar este legado. Ayuntamiento de Cádiz y Junta han contribuido económicamente a realizar réplicas exactas de los antiguos muñecos que se conservan como piezas en el Museo gaditano. La renovada compañía ha logrado tener una sede provisional en el Baluarte de la Candelaria, un escenario fijo para 130 espectadores, un taller de construcción y restauración y una muestra permanente de imágenes. La supervivencia no es fácil. Depende de ansiadas subvenciones, de las que permiten salir adelante sin prisas y con algunas pausas indeseadas.
"Esta es una labor altruista", explica Eduardo Bablé, uno de los responsables de la compañía. "No cobramos ni sueldo. Las ayudas nos permiten dar algunos pasos, como organizar algunos estrenos y recuperar algunos textos pero no es fácil". En la última edición del Festival Internacional del Títere de Cádiz, celebrado a principios de junio, la compañía ha reestrenado el célebre sainete. Un disparate cómico en el que la Tía Norica, tras ser corneada por el toro, debe convalecer en la cama. Allí llama a su escribano para que redacte un testamento que resulta del todo estrafalario. Su sobrino nieto Batillo provocará multitud de equívocos y escenas cómicas.
Los responsables actuales de la compañía andan ahora trabajando en la recuperación de otros textos históricos que hicieron populares estos títeres. En esa lista de inmortales creaciones están los Autos de Navidad, Baile de Marionetas, las Aventuras de Pimpi de Cai o El sueño, otra sucesión de travesuras de Batillo. "Estamos muy ilusionados con el trabajo de recuperación. Estamos con nuevas técnicas de construcción que están basadas en las antiguas. El número de hilos o de varillas no se puede variar. Podemos mejorar las tallas pero hay elementos que hay que mantener", explica Bablé.
Los nuevos estrenos, que se quieren tener listos para el próximo año y medio, tendrán personajes nuevos, aderezos para actualizar los argumentos de hace casi 200 años. "Cada pieza hay que mimarla. Es un trabajo muy meticuloso de los imagineros. Son joyitas de arte", defiende el responsable de la compañía. A los títeres de la Tía Norica se les está construyendo un teatro propio en la calle San Miguel, aunque las carambolas de la Historia han querido que en ese solar hayan aparecido unos restos fenicios que los arqueólogos creen fundamentales para entender el nacimiento de Gadir. Con todo, la obra sigue adelante.
No sin dificultades, las marionetas gaditanas siguen viajando y actuando. "Hay que reinventarse cada día. Requiere mucho esfuerzo y dedicación. Estamos muy limitados", se lamenta Eduardo Bablé. Con todo, su empeño en la renovación sigue en pie. Para que la abuela de los títeres continúe con vida.
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