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Cordialidad institucional en la estación de Sol

Blanco, Aguirre y Ruiz-Gallardón abogan por colaborar en futuras obras

Soledad Alcaide

Un corazón pintado en los carteles del Cercanías se colocó ayer en la estación de Sol entre las cabezas de la presidenta regional, Esperanza Aguirre, y el ministro de Fomento, José Blanco. Era la imagen viva de la nueva relación que mantienen ambos dirigentes y que ha desbloqueado algunos de los proyectos de infraestructuras para Madrid, como el plan de Cercanías.

Este nuevo amor institucional se reflejó también en el inusual clima de cordialidad que escenificaron el Gobierno socialista y los dirigentes populares madrileños en la inauguración de Sol. En los discursos de Aguirre, Blanco, Gallardón y Zapatero se habló varias veces de "colaboración institucional" para sacar adelante futuras obras. Eso no impidió a la presidenta lanzar una puya y decir que la obra "parecía interminable". "Habrá quien diga que ya era hora y tendrá razón", espetó Aguirre, famosa por no morderse la lengua.

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Pese a la puesta en escena de ayer, el desencuentro político ha sido la insignia de los últimos seis años, los que ha tardado la obra en finalizar. El proyecto, como se recordó ayer en los discursos, lo puso en marcha el popular Francisco Álvarez-Cascos. Por aquel entonces reinaba una lógica sintonía con el Gobierno central, pues todas las instituciones afectadas -Ministerio de Fomento, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid- estaban controladas por un solo partido, el PP.

Los primeros escollos al proyecto llegan en marzo de 2004, cuando inesperadamente gana las elecciones generales el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Pronto se vio que la relación entre Esperanza Aguirre y la entonces ministra, Magdalena Álvarez, era insostenible. Los populares empezaron a atacar la obra de Fomento con el argumento de que podía afectar a las viviendas cercanas, y éste se vio obligado a modificar las actuaciones para hacer una cimentación no prevista. Después, llegaría el enfrentamiento con el Ayuntamiento de Madrid por la ocupación de la plaza de la Puerta del Sol, que obligó al cierre al tráfico, algo que no se había previsto desde el principio.

Aunque el mayor desencuentro se produjo cuando aparecieron en mayo de 2006 los restos arqueológicos de la antigua iglesia del Buen Suceso, que estuvo ubicada entre la calle de Alcalá y la carrera de San Francisco. Lo que ayer calificó el presidente José Luis Rodríguez Zapatero de "feliz hallazgo", supuso el parón durante más de un año de las obras por orden de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. Entonces, la ministra Álvarez llegó a acusar a Aguirre de paralizar las obras intencionadamente para boicotear el proyecto. Mientras, día sí y otro también, la presidenta regional atacaba al Gobierno central por la demora de las obras, a la vez que alardeaba de que ella había ampliado el metro en más de 80 kilómetros en mucho menos tiempo.

Todo parece haber cambiado desde la llegada al ministerio de José Blanco. Pese a sus avisos, Aguirre le agradeció ayer el haberla invitado a la inauguración. Él también le hizo requiebros: "Reitero a la presidenta y al alcalde la disposición que siempre encontrarán en mí para trabajar por Madrid". Gracias a ello, de momento, en Madrid hay una estación más.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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