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Reportaje:

Más récords sospechosos

Pellegrini y Steffen baten dos marcas mundiales con bañadores impermeables

Diego Torres

Ceñidos como morcillas, relucientes como mamíferos marinos e impermeables como globos de goma. Así, con toda la parafernalia que son capaces de ofrecer los fabricantes de bañadores de tejidos tecnológicos, se lanzaron al agua los nadadores en los Juegos del Mediterráneo, en Pescara y en los Campeonatos de Alemania, en Berlín. La FINA volvió a autorizar esta equipación hace una semana. Los resultados no se han dejado esperar. Ayer, la italiana Federica Pellegrini batió el récord mundial de 400 libre. La jornada también barrió muchos otros récords nacionales. El equipo español logró tres plusmarcas locales gracias al grupo del relevo de 4x100 libre femenino (3m 43,48s), de Aschwin Wildeboer en 50 espalda (24,73s), y de Melquíades Álvarez en 100 braza (1m 0,45s). En Alemania, Britta Steffen logró la plusmarca mundial en los 100 libre.

Todos los nadadores que consiguieron tiempos importantes vistieron los modelos que la FINA prohibió el 19 de mayo, y que acabó por legalizar la semana pasada. El enredo cuestiona los valores fundacionales de la natación en el peor momento. Los directivos de Lausana consideran que la permisividad tecnológica eleva el nivel del espectáculo y genera dinero. Pero faltan tres semanas para el comienzo de los Mundiales y el descrédito amenaza con destrozar el deporte.

El tiempo de Federica Pellegrini en los 400 libre anuncia que la natación ha entrado en una fase tan espectacular como confusa. La italiana, una de las más fervientes defensoras de los bañadores de poliuretano, completó los ocho largos en 4m 0,41s. Esto le permitió borrar de la cabeza del registro a Joanne Jackson, la británica, que hizo el mismo recorrido en 4m 0,66s en marzo. Los tiempos son desconcertantes. Sólo en 2009, además de Pellegrini y Jackson, otras dos nadadoras, Camelia Potec y Rebecca Adlington, han bajado de 4m 3,50s. La temporada acaba de empezar. Cuando las estadounidenses y las australianas entren en acción, los cronómetros seguirán contabilizando recortes descomunales. El fabuloso récord que logró la estadounidense Janet Evans en 1988, cuando nadó los 400 libres en 4m 3,85s, permaneció 18 años sin que nadie lograse amenazarlo. Desde 2006, coincidiendo con la aparición de nuevos tejidos, más impermeables y con mayor capacidad compresora, la marca de Evans ha sido devorada por siete nadadoras.

Pellegrini nadó con el famoso Jaked 01, sospechoso de crear burbujas de aire entre el cuerpo y el tejido. Sus rivales hicieron lo mismo. Ningún nadador se arriesga ya a competir sin contar con un bañador de última generación. Todos dan por sentado que se trata de una ventaja. Como dijo Aschwin Wildeboer: "Sería de tontos no aprovecharse de algo que está permitido y que, de lo contrario, aprovecharán tus rivales".

Eso hizo Britta Steffen. La alemana se lanzó al agua con la respuesta de Adidas al desafío tecnológico del Jaked: el Hydrofoil. Embutida en este bañador, que la FINA retiró de su lista de modelos legales en marzo para restaurar luego, la alemana hizo 52,56 en la final de 100 metros libre.

La prueba reina de la velocidad es un ejemplo del extraño salto que ha experimentado la natación femenina en los últimos años. Las 25 nadadoras más rápidas del ránking histórico han establecido sus marcas después de 2000. Sólo hay dos excepciones: la holandesa Inge de Bruijin, que vivió bajo sospecha, y la china Le Jingyi, suspendida por doparse.

Pellegrini, ayer, antes de la carrera con su bañador Jaked.
Pellegrini, ayer, antes de la carrera con su bañador Jaked.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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