_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Expertos

En enero de 1979, pocos días antes de que Jomeini volviera a Irán aupado por las masas, entrevisté al ayatolá en su refugio en Francia. Me pareció un viejo borrascoso y pétreo. Para hablar con él tuve que ponerme un pañuelo que no dejara asomar ni siquiera las cejas y mantener todo el rato mi cabeza más baja que la suya. Como Jomeini era un anciano menudo y estaba sentado en el suelo, esto me obligó a hacerle la entrevista prácticamente tumbada sobre la alfombra. Todo lo cual no me hizo demasiada buena impresión, para qué negarlo. Pero cuando regresé y escribí en EL PAÍS sobre esa banda de fanáticos recibí bastantes cartas de protesta de los lectores, porque, por entonces, Jomeini era considerado progresista y revolucionario. Y no se trataba sólo de los lectores de a pie: los especialistas hablaban maravillas de la revolución chií, y luego hemos sabido que los servicios secretos occidentales apoyaron a Jomeini, creyéndolo un fermento democratizador. Pero cuando el ayatolá llegó al poder empezó a cortar cabezas, instaurando un largo régimen de sangre y de plomo.

Hoy los iraníes vuelven a hacer retumbar las calles con su protesta heroica, como con el sha; pero, al contrario que entonces, ahora los expertos no hacen más que arrugar la nariz y desconfiar de Musaví y de la revuelta. Lo cual debe de ser una buena señal, porque los expertos y los servicios secretos siempre se equivocan. La pifiaron, ya digo, cuando Jomeini. Y cuando el muro de Berlín, y a la hora de analizar los síntomas previos del 11-S, y cuando armaron hasta los dientes a los talibanes o a Sadam Husein, considerándolos amigos de Occidente, y luego ya vieron la guasa que tuvo todo eso. ¿Que ahora dicen que Musaví y Ahmadineyad son dos caras de lo mismo? Estupendo: entonces hay que apoyar la algarada iraní, porque probablemente traerá la democracia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_