España gana y se despide

La sub 21 ya está de vuelta a casa, que es lo que se ha ganado a pulso. El equipo se despidió del torneo con una victoria ante Finlandia que vale lo mismo que nada. Para que la selección pasara a las semifinales tenían que darse demasiadas circunstancias. No se dio la principal: que Inglaterra ganara a Alemania en el otro partido del grupo. Empataron, que era lo que les servía a ambas. Al margen de ese partido, España estaba obligada a lograr la mayor cantidad de goles posibles. Dos hizo. Superó en juego a Finlandia, faltaría más, pero apenas borró las múltiples dudas que ha despertado en un torneo al que llegó con vitola de favorita y del que se ha ido por la puerta de servicio.

El periplo de España, penosa en los dos primeros partidos y discreta ayer, ha despertado el debate. Que el equipo B de la considerada hoy la mejor selección del mundo no tenga un patrón de juego produce grima. Por no tener, no tiene ni sistema. El equipo ha jugado con tres medios centro, o con dos; con un solo punta, o con dos; con dos extremos, o con uno o con ninguno, dependiendo no se sabe de qué. Las miradas no se dirigen a una generación de jugadores que tiene una magnífica pinta. Se dirigen hacia el banquillo, cuyo inquilino, López Caro, dice que asume las culpas. Se supone que a partir de hoy asumirá responsabildidades.

El seleccionador asegura no entender por qué se le ha asignado al equipo el papel de aspirante. Pues quizá porque en él juegan tipos que están hartos de lucirse en la Primera División, aunque no han entendido cuál era el modelo a seguir en el torneo. ¿Lo había? Sí se conoce el modelo que ha seguido su entrenador: Pedro León marca el segundo gol y al rato es sustituido; Granero lanza un chutazo al poste y al rato es sustituido. Total, sólo eran los mejores del equipo...