Un coloso extremeño
Javier Cienfuegos, 1,93 metros y 138 kilos, plusmarquista mundial júnior de martillo
El lanzamiento de martillo es por tradición territorio de los atletas del Este. De rusos, ucranios, bielorrusos... Para que se hagan una idea, España no ha tenido un olímpico en la categoría masculina desde Los Ángeles 1984. Fue Raúl Jimeno. Un cuarto de siglo después, Jimeno ha visto cómo uno de sus pupilos batía primero sus marcas y ahora, concretamente el miércoles pasado, en Madrid, se hacía con el récord mundial júnior (82,97m), que estaba, claro, en manos de un ruso. Es Javier Cienfuegos, que aún no ha cumplido los 19 años -lo hace el mes que viene-, un joven de 1,93 metros de estatua y 138 kilos de peso, una de las promesas de la nueva generación de atletas españoles.
La historia de Cienfuegos empieza en Montijo (Badajoz). Y con un nombre, Antonio Fuentes, su primer entrenador, un loco que montó una escuela de atletismo en esta localidad de poco más de 15.000 habitantes. "En el pueblo nadie sabía de este deporte, pero mi madre habló con Antonio, me encantó el ambiente y decidí dejar el fútbol", recuerda Cienfuegos por teléfono desde Portugal, donde este fin de semana ha disputado el Campeonato de Europa por selecciones.
Tras dejar el fútbol, empezó a prepararse en Montijo
"Eres historia", le dijo a su actual entrenador al batir su marca
Tenía 14 años. A los 16 se fue a Madrid, al Centro de Alto Rendimiento, a trabajar a las órdenes de Jimeno con una beca de la federación española: "Lo pensé mucho, pero tenía claro que, si quería hacer algo importante, tenía que irme allí".
En dos meses se acostumbró a la gran ciudad, al metro y al autobús, a vivir en la Blume rodeado de deportistas de todas las especialidades, a su nuevo grupo de entrenamiento -media docena de lanzadores-, a sesiones más intensas, de entre cuatro y cinco horas diarias, y a descansar como mucho un par de días por semana. Este año ha empezado Fisioterapia, aunque es consciente de que hará esta carrera "poquito a poco".
La primera imagen que tiene Jimeno de Cienfuegos es la de un tipo "grandote con un pie enorme: calzaba un 47". "No fue un flechazo", reconoce ahora, en medio del torbellino que ha sido la última semana; "técnicamente, era un pardillo, pero ponía mucho interés, asimilaba muy bien los conceptos y era muy profesional. Nunca me ha racaneado una serie. Es muy raro que diga que está cansado, no se queja nunca".
El año pasado empezó a tener muy buenos resultados, a batir récords de España. Cuando acabó con el de su entrenador, le dijo divertido: "Eres historia". Hasta la marca mundial del miércoles. Cuando recuerda ese día, Jimeno se emociona: "Hizo 79,88, nulo, 81,22, nulo, 81,83 y en el último tiro...". Como en cada lanzamiento, volteó un par de veces el martillo sobre su cabeza, giró sobre sí mismo cuatro veces ganando velocidad y soltó el martillo, ese martillo que no toca nadie más que él. "Y aunque la técnica no fue muy buena", según su entrenador, ahí estaba el resultado. El récord mundial. Los gritos, los besos y los abrazos. Allí estaba también el orgulloso padre del atleta grabándolo en vídeo.
Cienfuegos lanzó ese día el martillo de seis kilos propio de su categoría, pero ya se entrena y compite con el de siete que tendrá que usar en Berlín, en los Mundiales de agosto, el premio gordo de este año "maravilloso".
Para llegar hasta ahí "ha incrementado su fuerza y ha mejorado mucho la técnica", explica su técnico, que organiza los entrenamientos en miniciclos de tres semanas para mantener la motivación y la forma de sus atletas. El clima no los detiene. Este año se han ejercitado bajo la lluvia y sobre un manto de nieve, con las manos moradas y los músculos entumecidos. En una sesión normal puede lanzar hasta 40 veces.
Pero aún queda mucho año por delante. En los Mundiales será todavía júnior, muy lejos de la plenitud de los lanzadores, que Jimeno sitúa en torno a los 27 años: "No soy psicólogo, pero he estado en todos los sitios que ha estado él y quiero que mantenga los pies en el suelo". El atleta lo ve de forma similar: "No tengo nada que perder".
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