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Columna
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Rafael Nadal

Rafael Nadal exhala de nuevo ese grito agónico que tan buen resultado le daba en sus partidos, salvo que esta vez no es para impulsar la pelota sino para reconocer que tocó fondo mentalmente. Puede que acierte en el diagnóstico, pero se confunde en las causas que él atribuye a un dolor persistente de rodillas que está acabando con su moral de éxito. En realidad, está tocando fondo porque todos estamos tocando fondo y cada uno lo atribuye a lo que puede, al cansancio, la espalda, el calor, el hígado o la política. Si a la crisis económica le añadimos el paro, la hipoteca, luego la pandemia, la corrupción, ahora de nuevo el terrorismo, cada día más endeudados por las instituciones aunque procuremos gastar menos individualmente, la verdad es que no hay rodillas que soporten tanto peso y empiezan a fallarnos a todos, incluido Rafael Nadal. Por eso tocamos fondo mentalmente, porque hemos cambiado la expectativa de éxito por la de fracaso. Y, en ese momento, lo mejor es retirarse aunque sólo sea por un tiempo prudencial.

Es normal que los políticos no se quejen de sus rodillas, aunque parezca extraño, pero es que ellos se asientan en el poder con otra parte de su anatomía que los soporta mientras aguante el sillón. Por eso no les importa anunciar que ya hemos tocado fondo, que no podemos caer más bajo, como si eso fuera una buena noticia porque suponen que a partir de ahí llega la recuperación. Menos mal que Felipe González les aclara la cuestión diciendo que se puede tocar fondo y permanecer en él durante muchos años, una posibilidad que debe tenerse en cuenta porque la plantea un experto en el tema. Por ejemplo, con lo que ya debemos todos los valencianos podemos estar buceando en las profundidades durante varias décadas y suerte tendremos si además no caemos de rodillas ante los que nos llevaron a esta situación, que todo puede suceder y hasta parece que está sucediendo.

De acuerdo, estamos dispuestos a renunciar a Wimbledon pero, al menos, queremos seguir jugando en el futuro. Porque Rafael Nadal no dice que sus piernas o sus rodillas han tocado fondo, algo que se puede solucionar con descanso y recuperación, sino que ha tocado fondo mentalmente y es de suponer que no piensa que su mente está en las extremidades inferiores. Toda una lección a políticos, economistas, analistas y demás tropa. El problema no está en los créditos tóxicos, la financiación o las pantorrillas, el problema es el colapso mental en todo lo largo y ancho de la sociedad. Siguiendo el ejemplo de Nadal, ya no es el momento de competiciones, triunfo de partidos o conseguir votos, hay que retirarse prudentemente y empezar a trabajar en la recuperación mental y social de todos nosotros. ¿Cómo se hace eso? Bueno, no se exactamente si este deportista utilizará el psicoanálisis, la rehabilitación cognitiva o una terapia de apoyo, me es igual. Lo importante es que está dispuesto a replantear toda la estrategia, renunciar a faustos inútiles y a interrumpir el camino seguido hasta ahora para evitar males mayores. Con eso ya hay para empezar. Tocar fondo es empecinarse en seguir por el mismo camino, es decir, hacia el fondo.

Si no fuera trágico para todos, sería divertido observar como algunos continuarán jugando en el partido, armando bronca y regateando puntos al adversario hasta caer exhaustos como muñecos rotos, sin enterarse que ya no tienen ni espectadores porque el juego está en otra parte. Por eso me gusta el gesto de Nadal, alguien tenía que empezar y decirlo bien alto. Felicidades.

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