Los excesos se comen La Seda
El grupo químico tiene a su consejo dividido y necesita créditos urgentes para poder operar
La hemeroteca recoge las noches wagnerianas que vivió La Seda de Barcelona en los años noventa. Su entonces principal accionista, Akzo, dio la espantada al vender la compañía por una peseta, con una deuda colosal, y los juzgados se inundaron de pleitos. La velada del pasado 9 de junio de 2009 recuperó la música de aquellos tambores de guerra. La Seda, que entre 2005 y 2007 protagonizó una carrera de adquisiciones para liderar el mercado europeo del PET (el plástico transparente que se utiliza en la mayor parte de envases), atraviesa hoy en algo más que apuros financieros, su Consejo está dividido y ha obligado a dimitir de la presidencia a Rafael Español, que llevaba en el cargo desde 1994. Su cotización ha sido suspendida y sus cuentas de 2008 están sin auditar.
La fiebre de compras entre 2005 y 2007 ha pasado factura a la empresa
Varios factores han influido. "Entre 2005 y 2007 La Seda realizó diversas adquisiciones de compañías por las que pagó un precio superior al de su valor en libros", apunta Eduard Sallés, consejero delegado de la gestora de fondos de Bankpime. Algunas de las compañías compradas en este periodo -la portuguesa Selenis Polímeros y la italiana Selenis Italia (antes conocida como Aussapol)- fueron adquiridas a Selenis Holding, una filial del grupo Imatosgil, accionista de La Seda.
"La diferencia entre el precio pagado y el valor en libros de los activos adquiridos queda reflejado como un activo intangible en el balance de la empresa adquirente. Gran parte de los 456 millones de intangibles de La Seda proceden de estas adquisiciones", apunta Sallés, a partir del balance de la compañía a 31 de diciembre de 2008.
Hay quien ha criticado la política de adquisiciones. El consejero y accionista Jacinto Soler-Padró (que es precisamente quien compró La Seda a principios de los noventa por una peseta y hoy conserva un 0,5% del capital) acusó el pasado mes de diciembre a la portuguesa Imatosgil y a la pública
Caixa Geral de "controlar conjuntamente" la compañía y orientarla hacia inversiones "no siempre rentables", y les instó a lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) a 2,6 euros para permitir al resto de accionistas "bajarse del barco".
Y es que la voracidad de las compras (ver cuadro) ha permitido a La Seda alcanzar una producción de más de un millón de toneladas de PET al año, pero también ha disparado su deuda. El grupo trata de negociar el crédito sindicado de unos 600 millones de euros. La caída de la demanda del plástico PET y la volatilidad del precio del petróleo (el crudo alcanzó los 150 dólares por barril en julio de 2008 para caer a los 50 a finales del mismo año) produjeron una importante depreciación de las existencias y ha llevado a La Seda a incumplir ciertas estipulaciones financieras (covenants) establecidas en el préstamo sindicado, por lo que se está renegociando.
Al mismo tiempo, urge un préstamo urgente para financiar su circulante, es decir, el carburante para hacer funcionar la máquina, ya que sus plantas de El Prat de Llobregat y de Tarragona llevan semanas paralizadas por falta de recursos. Además de los 25 millones que se ha comprometido a desembolsar Caixa Geral, la compañía trata de convencer al Instituto Catalán de Finanzas (ICF), pero el órgano de crédito público de la Generalitat lo condiciona a que la compañía aclare sus cuentas y a que se mantenga el empleo en Cataluña.
El grupo envió sus cuentas de 2008 aún sin auditar, y con unas pérdidas de 368 millones, el pasado 5 de junio a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que ha dejado suspendida la cotización de las acciones desde entonces. Según fuentes cercanas a la compañía, la principal discrepancia por la que Horwarth Auditores no ha concluido aún su informe radica unas operaciones de unos 100 millones de euros que no se llegaron a cobrar en 2008 y deben provisionarse, aunque "esta cuestión también ha servido de excusa para hacer dimitir a Español" y elegir al vicepresidente, Joan Castells, para asumir su función de forma interina, añade la misma fuente. Éste renunció el pasado viernes y fue nombrado presidente José Luis Morlanes, uno de los consejeros.
Los portugueses de Imatosgil (a través de Inverland Dulce), Caixa Geral, Oman Oil y las cajas de ahorro agrupadas en Liquidambar, que suman en total el 29% de las acciones, votaron en contra de las cuentas y forzaron la salida de Español, que sigue como consejero. También caldeó los ánimos la dilación de Caixa Geral en la financiación de una nueva planta de PTA (la materia prima de su plástico) que el grupo proyectó en Sines (Portugal). La gestión de Rafael Español se convirtió en una incomodidad para los socios hace unos meses, cuando la compañía empezó a tropezar, con un notable descalabro de su valor en Bolsa: las acciones, que cotizaban a 1,23 euros hace un año, cerraron a 0,34 el último día que cotizaron.
En este contexto, los accionistas críticos decidieron nombrar a un director general, John Guillison, para apear del mando a Español. Guillison pilotará ahora la reestructuración del grupo, que se saldará con el cierre de varias fábricas. ¿Se salvarán las plantas españolas de la quema? De momento, Guillison asegura que la de El Prat seguirá adelante, aunque, al mismo tiempo, fuentes cercanas a la firma no dejan de insistir en que el préstamo del ICF es urgente, poniendo el futuro de la planta en manos de la Generalitat.
El próximo 25 de junio, el consejo se reunirá para dar el visto bueno a unas cuentas que estén auditadas, aprobar un plan de reestructuración y decidir si puede convocar de nuevo su junta general de accionistas, que tuvo que ser cancelada en plena tormenta hace dos semanas.
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