Sorpresas sanabresas
La Pascasia, vidrios translúcidos y muros de piedra en una posada real
La fonda La Pascasia esgrimía en 1933 un valor diferencial, una ventaja competitiva: agua corriente en todas las habitaciones. Por mantener esa tradición -la vieja fonda cerró en 1960-, sus nuevos propietarios ofrecen hoy el distintivo original de las "sorpresas", enumeradas hasta siete en su web: romántica, gourmet, erótica, dulce, refrescante, sanabresa y una celebración. Porque la nueva fonda, que tiene categoría de posada real, ha sido concebida como un buen ejercicio de arquitectura de los sentidos tras la experiencia anterior de la familia Somoza en dos hotelitos de gran predicamento en Puebla de Sanabria: La Cartería y Posada de las Misas. Aquí se han afinado asperezas y configurado un ambiente idílico para parejas. Todo está pensado para ellos: bañeras redondas de hidromasaje, frutas sobre la mesa, medias luces, guiños en leds, vidrios translúcidos, espejos, muebles de diseño, albornoces picardías y hasta un estuche de sex-shop con el que ella -el 90% son mujeres que buscan sorprender a sus parejas- le sorprende a él. Un escenario, sin duda, efectista y prometedor.
La Pascasia
PUNTUACIÓN: 8
Categoría oficial: posada real. Dirección: Costanilla, 11. Puebla de Sanabria (Zamora) Teléfono: 980 62 02 42. Fax: 980 62 02 42. Internet: www.lapascasia.com. Instalaciones: salón, sala de reuniones para 60 personas, gimnasio, sauna, taberna, comedor. Habitaciones: 2 dobles, 2 júnior suites; habitaciones para no fumadores. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, no admite animales domésticos. Precios: temporada alta, 115 euros + 7% IVA; temporada baja, 75 euros + 7% IVA; desayuno incluido.
Junto a la carnalidad, lo serio del hospedaje, que es mucho y aún ganará más tras los primeros meses de rodaje. Rejuvenecida la estructura de la casa fonda, el restaurante y una sencilla taberna se aposentan donde las antiguas bodegas, frente a una inscripción en cristal con los productos gastronómicos por excelencia de los pueblos de Zamora. Bajo el soportal de entrada, unas huellas de pie grabadas en el suelo guían el paso hasta la recepción. Aquí, la joya de la corona es una cascada de cuentas de vidrio diseñada por Óscar Somoza como lámpara vertebral del hueco de la escalera.
Arriba, las siete habitaciones ofrecen un variado repertorio de interiorismo, cada una con su propia personalidad, significada en la frase pirograbada en el suelo, junto a la puerta, atribuida a un miembro de la familia propietaria. Léase una muestra, la correspondiente a la número 3: "Todo lo que sucede, sucede por alguna razón". Lo acredita su estructura en dúplex con una llamativa escalera de lamas metálicas, obra del arquitecto Paco Somoza, hermano de Óscar. Todas regalan vistas de los ríos Tera y Castro, además de lo visibles que se hacen en el interior unas chaises longues rabiosamente rojas -diseño italiano- convertibles de noche en sofá-cama.
Este país de jauja cromático de cabeceros retroiluminados, viguería y paneles translúcidos, bufardas y muros de piedra vista, absuelve el bullicio ascendente desde la taberna a determinadas horas, agravado por esa funesta manía de tener el televisor permanentemente encendido.
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