Borís Pokrovski, director de ópera en el Bolshói
Impulsó también las más modernas obras de cámara
Borís Pokrovski, que durante cuatro décadas fue director de ópera en el mítico teatro Bolshói de Moscú, falleció el pasado 5 de junio en la capital rusa, a los 97 años de edad.
Nacido en 1912, cinco años antes de la revolución bolchevique, Pokrovski se convirtió en director del principal teatro musical del país en tiempos del temible dictador Stalin. Generalmente se llevó bien con las autoridades, aunque tuvo al menos un tropiezo: ocurrió en 1948, cuando puso en la escena del Bolshói la ópera La gran amistad, de Vanó Muradeli, georgiano como Stalin. La jerarquía comunista calificó la obra de "antiartística" en el marco de una campaña contra las tendencias "burguesas" en la música, campaña que tuvo como su principal blanco al gran compositor Dmitri Shostakóvich.
La ópera montada por Pokrovski motivó la tristemente famosa resolución del Politburó del PCUS -que en realidad era el máximo órgano político de la Unión Soviética- sobre el formalismo en la música. Pero Pokrovski rápidamente rectificó, adquirió fama de conservador e incluso fue nombrado director principal del Bolshói, cargo que ejerció, con intervalos, durante 17 años.
Las obras rusas del XVIII
Aunque dejó el Bolshói en 1982, regresó en varias oportunidades durante los años noventa para poner en su escena algunas óperas. En total, montó 180 óperas a lo largo de su carrera, según se afirma en la página del Bolshói.
Pokrovski obtuvo fama como director de grandes óperas y su primer éxito a nivel de toda la URSS fue la puesta en escena de Carmen, en Novosibirsk. Gracias a ella, fue invitado a Minsk, la capital bielorrusa, como director de la Ópera Estatal local, antes de pasar al Bolshói.
Pero Pokrovski no se encerró en las grandes producciones, sino que también dio un impulso inusitado a las óperas de cámara. Y en enero de 1972, sin abandonar todavía el Bolshói, inauguró el Teatro de Ópera de Cámara de Moscú, que lleva su nombre. La ópera de estreno, No sólo sobre amor, de Rodión Schedrín, fue un éxito inmediato. Pokrovski hizo redescubrir a los amantes de la ópera las obras rusas del siglo XVIII, sin descuidar tampoco las óperas de cámara tanto de los nuevos compositores nacionales -volviendo a demostrar, de paso, que no tenía nada de conservador- como de los clásicos extranjeros.
Pokrovski obtuvo las más altas distinciones de la Unión Soviética y de Rusia por sus puestas en escena: en cuatro oportunidades fue premio Stalin; en dos, premio Estatal de Rusia; ganó dos órdenes Lenin, dos de la Bandera Roja del Trabajo y dos por Méritos a la Patria. Escribió varios libros sobre ópera y de memorias. Desde 1954 fue profesor de la cátedra de Teatro Musical de su alma máter, el Instituto Estatal de Arte Dramático Lunacharski, hoy Academia de Arte Dramático de Rusia.
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